martes, marzo 18, 2025
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Jorge Vergara: El rebelde que llevó a las Chivas a la grandeza

Hoy, 3 de marzo de 2025, el calendario nos golpea con una mezcla de nostalgia y orgullo, Jorge Vergara Madrigal hubiera soplado 70 velas si el destino no lo hubiera llamado antes, el 15 de noviembre de 2019. No es un natalicio más; es un grito desde el pasado que resuena en cada rincón del fútbol mexicano, un eco de un hombre que no solo salvó a Chivas, sino que le dio alas cuando otros solo veían un equipo a punto de estrellarse. 

Empresario, soñador, polémico hasta el tuétano, Vergara dejó un legado que trasciende los trofeos y se clava en el alma rojiblanca como un tatuaje imposible de borrar. 

El día que un visionario tomó el Rebaño

Imagina un Guadalajara al borde del abismo en 2002, un gigante herido por deudas y una gestión que parecía más un circo que un club. Entra Jorge Vergara, con 260 millones de dólares y una promesa que sonaba a locura: hacer de Chivas el mejor equipo del mundo. El 31 de octubre de ese año, compró el 87% de las acciones, arrancando al equipo de las garras de una Asociación Civil en bancarrota y de las televisoras que lo exprimían como limón. No llegó con discursos vacíos; llegó con un trapeador para limpiar la casa y un martillo para construir un imperio. 

“Un día sí y el otro también”

Repetía, y con esa filosofía levantó un Chivas que pasó de ser un recuerdo a ser un contendiente.Pero no todo fue miel sobre hojuelas. Su estilo era un machete: cortante, directo, y a veces demasiado afilado. Sus desplegados en periódicos, como aquel “Nos pareció ver un lindo gatito” contra Pumas, eran puñetazos al estado en que las cosas estaban antes, y su decisión de sacar patrocinadores del jersey rojiblanco en 2003 para revalorizar la marca fue un órdago que muchos tildaron de arrogante. Así, Chivas se convirtió en un símbolo, no en un billboard ambulante. Críticos dirán que arriesgó de más, pero Vergara sabía que el fútbol no solo se juega en la cancha; se juega en la cabeza de los aficionados.

El Estadio Akron: Un monumento al sueño

Si hay un legado físico que grita su nombre, es el Estadio Akron. Inaugurado el 30 de julio de 2010 con un amistoso contra el Manchester United, donde “Chicharito” Hernández se despidió antes de volar a Europa, este coloso de 200 millones de dólares no es solo cemento y acero; es un manifiesto. Diseñado en armonía con el bosque de La Primavera, con tecnología avanzada y capacidad para 50 mil almas, cambió la vara de los recintos deportivos en México. Fue sede del Mundial Sub-17 en 2011 y ha acogido desde finales hasta conciertos de Paul McCartney. Vergara no construyó un estadio; construyó un hogar que sigue latiendo con cada gol en Zapopan.

Claro, no fue perfecto. Las deudas iniciales y los sobrecostos fueron un dolor de cabeza, pero mientras otros clubes seguían en estadios prestados o anticuados, Chivas se plantó en el futuro. ¿Un lujo innecesario? Tal vez. ¿Un símbolo de ambición? Sin duda, ya es un estadio mundialista.

Johan Cruyff: El genio holandés en Verde Valle

En 2012, Vergara dio un golpe maestro, traer a Johan Cruyff, el arquitecto del fútbol moderno, como asesor deportivo de Chivas. El holandés, leyenda del Barcelona y creador del “tiki-taka”, llegó con la misión de revolucionar al Rebaño. 

“Vamos a construir un equipo competitivo desde la base”

Prometió Cruyff, y aunque su paso fue breve , hasta 2013, dejó huella. Reestructuró las fuerzas básicas, impuso un estilo de juego ofensivo y sentó las bases para una cantera que pronto daría frutos. Los resultados no llegaron rápido y su salida fue abrupta, pero el solo hecho de traer a un ícono como Cruyff a México fue un mensaje. Vergara no jugaba pequeño. Críticos dirán que fue un experimento fallido, pero el ADN de ese proyecto aún late en los jóvenes que hoy exporta Chivas.

La sangre mexicana en lo más alto

En la cancha, Vergara cosechó frutos que aún saben a gloria: dos Ligas MX (Apertura 2006 y Clausura 2017), dos Copas MX (Apertura 2015 y Clausura 2017), una Supercopa MX, una Concachampions (2018) y el primer título femenino de la Liga MX en 2017. Llegó a una final de Libertadores en 2010 y llevó a Chivas al Mundial de Clubes por primera vez en 2018. ¿Números fríos?, no, son batallas ganadas por un tipo que apostó todo al talento mexicano cuando otros miraban al extranjero.

Su obsesión por la cantera fue revolucionaria. Exportó 11 jugadores a Europa. Carlos Salcido, Carlos Vela, “Maza” Rodríguez, Omar Bravo, “Chicharito” Hernández, Marco Fabián, entre otros, un récord que ningún otro club mexicano ha igualado en esa época. 

“El mexicano que siempre creyó en el talento mexicano”, lo llamó Adolfo Bautista en 2023, y no exageraba. Vergara no sólo los sacó de Verde Valle; les dio todo para emigrar al Viejo Continente, desafiando el mito de que el futbolista azteca no podía brillar fuera. Sin embargo, aquí va el pero, vendió tanto talento que a veces desarmó equipos campeones, como tras la Concachampions 2018, dejando al Rebaño cojo en el Mundial de Clubes. Ambición con doble filo.

Chivas TV y más allá

En 2016, Vergara lanzó Chivas TV, un golpe al monopolio de las televisoras que marcó un antes y un después en la Liga MX. 

“Queremos ser libres”

Aunque el proyecto tuvo tropiezos técnicos y críticas, fue un puñetazo a la mesa, el fútbol mexicano podía ser más que un rehén de los gigantes mediáticos. También incursionó en la MLS con Chivas USA (2004-2014) y en Costa Rica con el Saprissa (2002-2011), llevando su visión más allá de las fronteras. No todo cuajó; Chivas USA fue un fiasco financiero, pero el intento cuenta: Vergara no se conformaba con lo establecido.

Sus fotos oficiales eran otro sello: mariachis, circos, cines, la cima del Akron. Rompió la monotonía de las típicas imágenes de equipo y le dio a Chivas una identidad que se siente viva. Excentricidad y genialidad al mismo tiempo.

El legado

Jorge Vergara no fue un santo. Su carácter explosivo quemó puentes, 27 técnicos en 17 años, desde José Manuel de la Torre hasta Matías Almeyda, lo prueban, y sus decisiones impulsivas, como correr a Almeyda tras el doblete de 2017, dejaron heridas. 

El Mundial de Clubes 2018 fue un desastre, el peor papel de un mexicano en ese torneo, y su hijo Amaury heredó un club con deudas y una afición exigente. Pero juzgarlo solo por los tropiezos es perder el bosque por el árbol.

Hoy, a 70 años de su nacimiento, el fútbol mexicano le debe mucho. Salvó a Chivas de Televisa y de la ruina, le dio un estadio de clase mundial, apostó por el jugador nacional cuando nadie más lo hacía y puso al Rebaño en el mapa global. “Lo intentó y lo logró”, quería que dijeran de él, y aunque no hizo de Chivas el mejor del mundo, lo hizo inolvidable. Mientras el Akron brilla y la cantera sigue pariendo talento, Vergara sigue vivo en cada grito rojiblanco. No era perfecto, pero era un rebelde con causa, y eso, en un deporte lleno de tibios, vale oro.

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