Hace ya 25 años, una joven levantadora de pesas llamada Soraya Jiménez hizo historia al conquistar la primera medalla de oro olímpica para una mujer mexicana. Su triunfo en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000 no solo colocó su nombre en lo más alto del podio, sino que marcó un antes y un después para el deporte femenil en México.
Nacida el 5 de agosto de 1977 en Naucalpan, Estado de México, Soraya demostró desde pequeña una fuerza física y mental excepcional. Aunque comenzó en el baloncesto, fue en el levantamiento de pesas donde encontró su verdadero camino. A los 16 años ya competía a nivel internacional y pronto acumuló títulos en Copas NORCECA, torneos Centroamericanos y Panamericanos.
El oro que cambió la historia
El 18 de septiembre del 2000, Jiménez se colgó la medalla de oro en la categoría de 58 kilogramos, levantando un total de 222.5 kilogramos (95 kg en arranque y 127.5 kg en envión). Fue una jornada inolvidable: el Himno Nacional Mexicano sonó en Sídney gracias a una mujer que, contra todos los pronósticos, venció a rivales más experimentadas.
Fue la primera presea dorada para México en esos Juegos, y la décima en la historia olímpica del país. Además, se convirtió en la primera mujer mexicana en alcanzar lo más alto del podio olímpico.
“Soraya no solo levantó más peso que nadie esa noche. Levantó el ánimo de un país entero y abrió las puertas a generaciones de mujeres atletas”, recordó esta semana la exatleta Ana Guevara.
Una carrera llena de desafíos
Tras su histórico oro, Soraya enfrentó momentos complicados. En 2002 fue suspendida seis meses por un resultado positivo en dopaje, y más tarde fue objeto de controversias sobre su documentación escolar. Pese a los obstáculos, se mantuvo como figura pública, trabajando como comentarista deportiva y entrenadora.
Los problemas de salud también marcaron su retiro. En 2007, le fue extraído un pulmón, lo que limitó su capacidad física y la mantuvo en tratamiento constante. Aun así, se mantuvo activa en el deporte hasta sus últimos días.
Un final prematuro
El 28 de marzo de 2013, Soraya Jiménez falleció inesperadamente a los 35 años debido a un infarto al miocardio. Su muerte conmocionó al país y al mundo del deporte. Fue despedida con honores por el Comité Olímpico Mexicano, y desde entonces es recordada como una de las grandes figuras femeninas en la historia del deporte nacional.
Legado eterno
Más allá de sus marcas y medallas, Soraya dejó una huella profunda. Inspiró a niñas y jóvenes a incursionar en disciplinas consideradas “masculinas” y fue pionera en una época en la que el apoyo al deporte femenil era mínimo.
En su memoria, diversos gimnasios, torneos y espacios deportivos en México llevan su nombre. Cada septiembre, su hazaña olímpica vuelve a recordarse como un símbolo de fortaleza, perseverancia y orgullo nacional.
Soraya Jiménez no solo rompió récords: rompió barreras. Y aunque su vida fue breve, su legado será eterno en cada mujer mexicana que se atreva a soñar en grande.