Con un físico imponente y una determinación férrea, Caín Ramírez Velásquez no solo se convirtió en uno de los peleadores más dominantes de la UFC, sino también en un símbolo orgullosamente mexico‑americano, que defendió su herencia con cada golpe.
Raíces y valores
Hijo de Efraín Velásquez —quien emigró desde Sonora, México, hasta Estados Unidos tras varios intentos— y de Isabel, nacida en EE.UU., Caín creció entre estacionamientos modestas y la narrativa de una familia trabajadora que luchó por abrirse camino. Aunque fue criado entre el inglés y el español, decidió aprender este último con firmeza, especialmente al adoptar pública y emocionalmente su famosa frase “Brown Pride”, tatuada en el pecho como tributo a sus raíces.
Ascenso al estrellato en MMA
Velásquez se forjó como luchador desde su juventud: dos campeonatos estatales de lucha en Arizona y un título universitario en Iowa Central lo catapultaron al ring profesional. Debutó en UFC en 2008, convirtiéndose en el primer campeón de peso pesado de herencia mexicana con triunfos contundentes —entre ellos el histórico nocaut contra Brock Lesnar en 2010 y su revancha ante Junior dos Santos en 2012—, consolidando un récord de 14–3. Fue venerado por su estilo agresivo y aguerrido, con raíces en el corazón de la lucha libre mexicana.
Orgullo cultural en el octágono
Velásquez no solo gritaba “I am Mexican” al enfrentarse a su rival Antonio Rodrigo Nogueira, sino que lo sentía con orgullo . Su tatuaje “Brown Pride” se volvió un símbolo poderoso, tanto en el octágono como en Estados Unidos, y le permitió representar públicamente las historias de los migrantes. Su entrenador Javier Méndez confesó que al ver a Caín reconectarse con la música ranchera y su identidad mexicana, también aprendió a valorarla.
Más allá del deporte
Tras colgar los guantes en 2019 para arrancar una etapa en la lucha libre profesional —participando en Lucha Libre AAA en México y WWE en EE.UU.— Caín siempre mantuvo viva su dualidad cultural. Hoy, aunque enfrenta graves problemas legales —fue condenado en marzo de 2025 a cinco años de prisión tras un tiroteo—, sigue siendo recordado como un icono que llevó la bandera mexico‑americana a lo más alto, dentro y fuera del ring.
“Los mexicanos son conocidos por ser muy trabajadores… soy mexicano y estoy orgulloso de mis raíces,” dijo Caín en más de una ocasión, encapsulando su legado: no solo el de un campeón en combate, sino el de un representante auténtico de la comunidad mexico-americana que convirtió cada puño en un acto de orgullo cultural.