Carlos Vela anunció su retiro del fútbol profesional a los 36 años, cerrando una carrera que dejó huella en México, Europa y la MLS. Con un estilo desparpajado, una zurda privilegiada y una relación compleja con el fútbol, el ‘Bombardero’ se despide como una leyenda que siempre priorizó su felicidad sobre las expectativas ajenas. Esta es la historia de un genio incomprendido.
De Cancún al mundo: Los inicios de un prodigio
Nacido el 1 de marzo de 1989 en Cancún, Quintana Roo, Carlos Alberto Vela Garrido mostró desde niño un talento innato para el balón. Formado en las fuerzas básicas de Chivas, nunca debutó en la Liga MX, pero su destino cambió en 2005. Con apenas 17 años, lideró a la Selección Mexicana Sub-17 al título mundial en Perú, anotando cinco goles, incluyendo uno en la final contra Brasil (3-0), y llevándose la Bota de Oro del torneo. Ese triunfo, junto a figuras como Giovani Dos Santos y Héctor Moreno, marcó el primer gran hito del fútbol mexicano a nivel internacional.
El Mundial Sub-17 catapultó a Vela al radar europeo. El Arsenal de Arsène Wenger lo fichó en 2005, pero las restricciones laborales por su edad lo llevaron a préstamos en Celta de Vigo, Salamanca y Osasuna. En estos clubes de España, el joven mexicano mostró destellos de su calidad, pero fue en la Real Sociedad donde su carrera despegó.
La explosión en la Real Sociedad
En 2011, Vela llegó a la Real Sociedad, inicialmente a préstamo desde Arsenal. Lo que parecía un paso más en su carrera se convirtió en su hogar futbolístico. Durante siete temporadas (2011-2018), el mexicano se consolidó como una figura clave, formando una dupla letal con Antoine Griezmann. Con 250 partidos, 73 goles y 45 asistencias, Vela no solo fue un goleador, sino un creador de juego con una técnica depurada y una visión que enamoró a la afición donostiarra.
Su mejor temporada fue la 2013-14, cuando anotó 16 goles en LaLiga, ayudó a la Real a clasificar a la Champions League y fue nombrado Jugador del Mes de diciembre. Sus actuaciones lo colocaron como uno de los mejores delanteros de la liga, sólo detrás de monstruos como Cristiano Ronaldo y Lionel Messi. En 2012 y 2014, fue elegido el Jugador del Año del club, un reconocimiento que reflejaba su impacto tanto dentro como fuera del campo.
Sin embargo, Vela nunca se sintió cómodo con la presión mediática. Su personalidad relajada y su desinterés por la fama lo hacían diferente. “El fútbol es mi trabajo, no mi pasión”, declaraba, mientras confesaba su amor por el básquet, un deporte que lo conectaba con ídolos como Michael Jordan y LeBron James. Esta filosofía marcó su carrera y sus decisiones, incluida su relación tormentosa con la Selección Mexicana.
Una relación tormentosa con el Tri
La historia de Carlos Vela con la Selección Mexicana es un capítulo de contrastes, marcado por talento, polémicas y ausencias. Debutó con el equipo mayor en 2007 y fue clave en la Copa Oro 2009, que México ganó. Sin embargo, en 2010, tras el Mundial de Sudáfrica, donde tuvo un papel secundario, Vela fue sancionado por seis meses junto a otros jugadores por una supuesta fiesta en un hotel de concentración. Este incidente desencadenó una ruptura con la Federación Mexicana de Fútbol (FMF), que lo llevó a rechazar convocatorias por varios años.
En 2014, en el pico de su carrera con la Real Sociedad, Vela decidió no asistir al Mundial de Brasil. A pesar de las súplicas de los aficionados y del técnico Miguel ‘Piojo’ Herrera, el delantero argumentó motivos personales y falta de motivación. “No me sentía bien conmigo mismo”, explicó años después. Esta decisión generó críticas duras en México, donde muchos consideraron que Vela desperdició la oportunidad de brillar en el escenario más grande del fútbol. Herrera reveló que Vela se arrepintió tras ver el buen desempeño del Tri, pero el daño estaba hecho: Brasil 2014 sería recordado como “el Mundial de Vela que nunca fue”.
Vela regresó al Tri en 2014, bajo la dirección de Herrera, y tuvo un papel destacado en la Copa Oro 2015, anotando dos goles. En el Mundial de Rusia 2018, mostró chispas de su talento, pero su relación con la Selección nunca fue constante. En 2019, anunció su retiro definitivo del Tri, priorizando su familia y su carrera en la MLS. Con 72 partidos, 19 goles y 9 asistencias, su legado con México es agridulce: un talento inmenso que nunca se consolidó como referente nacional.
Rey de la MLS
En 2018, a los 29 años, Vela tomó una decisión que sorprendió al mundo: dejó la Real Sociedad y la élite europea para unirse a Los Ángeles FC, una franquicia de expansión en la MLS. Muchos lo vieron como un retiro anticipado, pero Vela lo vivió como una liberación. En LAFC, encontró un entorno donde podía brillar sin la presión mediática que tanto evitaba.
Desde su debut en 2018, en el primer “Clásico del Tráfico” contra LA Galaxy, Vela se convirtió en la piedra angular de LAFC. Su temporada de 2019 fue histórica: anotó 34 goles en la temporada regular, un récord de la MLS, y fue nombrado Jugador Más Valioso y Bota de Oro. Lideró a LAFC a ganar el Supporters’ Shield ese año, consolidándose como una superestrella en Estados Unidos.
En siete temporadas con LAFC, Vela acumuló 78 goles y 59 asistencias en 152 partidos, convirtiéndose en el máximo goleador y asistidor histórico del club. Ganó dos Supporters’ Shields (2019, 2022), una MLS Cup (2022) y una U.S. Open Cup (2024). Su último partido fue el 27 de octubre de 2024, entrando de cambio en un duelo contra Vancouver Whitecaps. Aunque su rol disminuyó en 2024, su impacto en LAFC es imborrable. El club lo nombró su primer embajador oficial y lo homenajeará el 21 de septiembre de 2025 en la “Noche de Carlos Vela”.
El básquet: Su verdadera pasión
A lo largo de su carrera, Vela nunca ocultó que el fútbol no era su pasión. “Prefiero mil veces ver un partido de básquet que uno de fútbol”, confesó en 2018 durante un evento de la NBA. Su amor por el baloncesto, inspirado por figuras como Michael Jordan y LeBron James, era más que un pasatiempo: era un refugio. En Los Ángeles, Vela aprovechaba su tiempo libre para asistir a juegos de la NBA, alejándose del foco mediático y disfrutando de un deporte que lo conectaba con su lado más auténtico.
Esta preferencia marcó su filosofía de vida. A diferencia de otros futbolistas que buscaban la gloria y los reflectores, Vela priorizaba su tranquilidad y su familia. Casado con la periodista española Saioa Cañibano, con quien tiene dos hijos, Romeo e India, Vela siempre puso su felicidad personal por encima de las expectativas del fútbol. Incluso rechazó una oferta de 30 millones de euros del Atlético de Madrid en 2015, demostrando que no le interesaba el dinero o la fama, sino vivir a su manera.
Un legado único y polémico
El retiro de Carlos Vela cierra una carrera que desafió las normas del fútbol mexicano. Es el único mundialista mexicano que nunca jugó en la Liga MX, un dato que simboliza su camino poco convencional. Con 209 goles, 119 asistencias y nueve títulos (tres con México, seis con LAFC), Vela deja un legado de talento puro y decisiones personales que no siempre fueron comprendidas.
En México, algunos nunca le perdonaron su rechazo al Mundial de 2014 o su intermitencia con el Tri. En España, periodistas lamentaron su ausencia en Qatar 2022, viendo en él a un jugador que pudo haber marcado una época. Pero Vela no buscaba complacer a nadie. “Jugué por mí, para mí y para los míos”, escribió en su despedida en redes sociales.
Carlos Vela deja un mensaje claro: el éxito no se mide solo en títulos, sino en la libertad de ser uno mismo. Su zurda, su desparpajo y su amor por el básquet seguirán resonando como la marca de un futbolista que vivió el juego a su manera, sin pedir permiso.