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Claudio Ranieri: El último baile de un romanista eterno

El 18 de mayo de 2025, el Stadio Olimpico de Roma se vistió de gala para despedir a Claudio Ranieri, el hijo pródigo que, a sus 73 años, volvió del retiro para rescatar a su amada AS Roma de una crisis que amenazaba con hundirla. En noviembre de 2024, cuando el club coqueteaba con la zona de descenso, Ranieri respondió al llamado de su corazón romanista, tomó un equipo roto y, con su magia, lo llevó a pelear por un boleto a la Champions League. En su último partido como entrenador en el mítico estadio, la afición giallorossa le rindió un homenaje inolvidable con un tifo que lo dijo todo: “Un gran líder, un verdadero romanista”

De la jubilación al milagro

En mayo de 2024, Claudio Ranieri colgó los botines de entrenador tras salvar al Cagliari del descenso en la Serie A. Con 72 años y una carrera legendaria que incluye el milagro de la Premier League 2015/16 con el Leicester City, parecía el final perfecto. “He dado todo. El fútbol es mi vida, pero llega el momento de decir basta”, declaró Ranieri. Incluso su esposa creyó que era definitivo. Pero el fútbol, como él mismo dijo, “no me deja en paz”.

En noviembre de 2024, la Roma estaba en caída libre. Tras despedir a Daniele De Rossi tras solo cuatro jornadas y a Ivan Juric en la jornada 12, el equipo languidecía en el 12º lugar de la Serie A con apenas 13 puntos, a solo cuatro puntos del descenso. La afición, furiosa con los propietarios estadounidenses Friedkin, intimidó a la CEO Lina Souloukou hasta su renuncia y hostigó a jugadores como Lorenzo Pellegrini y Gianluca Mancini. El club era un polvorín, y nadie quería tomar el timón. Nadie, excepto Ranieri.

El 14 de noviembre, la Roma anunció su regreso como técnico interino hasta el final de la temporada 2024/25, con la promesa de un rol como asesor deportivo a partir de junio. “Solo podía volver por la Roma o el Cagliari”, confesó Ranieri. Nacido en el barrio de San Saba, hincha romanista desde niño y exjugador del club en 1973/74, Ranieri no podía decir no a su “primer gran amor”. Así comenzó su tercera etapa como entrenador giallorosso (tras 2009-11 y 2019), una misión que parecía imposible.

El milagro de Ranieri

Cuando Ranieri asumió el cargo, la Roma era un equipo sin alma. La destitución de De Rossi, un ídolo local, había roto el vínculo con la afición, y el despido de Juric dejó un vestuario desmoralizado. Pero Ranieri, con su experiencia y carisma, obró un milagro. 

En solo seis meses, transformó al equipo en una máquina competitiva, logrando una racha de 19 partidos invicto en la Serie A, la mejor desde 2010.

Bajo su mando, la Roma escaló hasta el quinto lugar de la Serie A al cierre de la jornada 37, con 66 puntos, a solo un punto de la Juventus, cuarto puesto. En la Europa League, avanzó a los octavos de final, destacando una victoria épica en el último segundo ante el Athletic Club, con gol de Eldor Shomurodov. Jugadores como Paulo Dybala, Leandro Paredes y Angeliño recuperaron su mejor nivel, mientras que Matias Soulé y Artem Dovbyk brillaron en ataque.

Ranieri no complicó las cosas. Como señala Giallorossi Yorkshire, su enfoque fue simple pero efectivo: “Jugar a los jugadores en sus posiciones naturales y dar confianza al grupo”. El resultado fue una Roma sólida, organizada y con una mentalidad ganadora. 

Un homenaje al corazón romanista

El 18 de mayo de 2025, la Roma enfrentó al AC Milan en el Stadio Olimpico, en el último partido de Ranieri como técnico en casa. La Curva Sud, el corazón de la afición romanista, desplegó una coreografía que erizó la piel: los colores giallorossi, el nombre “Claudio Ranieri” junto al escudo de la AS Roma y un mensaje claro: “Un gran líder, un verdadero romanista”. Era el reconocimiento a un hombre que, aunque no ganó títulos con la Roma, encarnó sus valores: sacrificio, pasión y amor incondicional.

El partido fue una montaña rusa. La Roma empezó ganando a los 3 minutos cortesía de Gianluca Mancini, Milán empató con gol de João Félix, pero la Roma, fiel al espíritu de Ranieri, no se rindió. Leandro Paredes empató, y Bryan Cristante selló el 3-1. La victoria aseguró la clasificación a competiciones europeas y mantuvo viva la esperanza de Champions, dependiendo de un tropiezo de la Juventus en la última jornada.

Al final, Ranieri recibió una placa por sus 500 partidos en la Serie A y se dirigió a la Curva Sud con lágrimas en los ojos. “Hace más de 60 años, yo estaba ahí con ustedes. Les pedí ayuda, y juntos logramos algo bueno. Infinitamente gracias”, dijo. La afición respondió con cánticos y aplausos, mientras sus nietos lo abrazaban en el campo. 

El legado de Ranieri

Ranieri no solo salvó a la Roma; sanó una fractura profunda entre el club y su afición. Su llegada aplacó las protestas contra los Friedkin y devolvió el orgullo al Olímpico. 

“Sentirse apreciado por tu gente es maravilloso”, dijo Ranieri, emocionado, tras el homenaje. Su tercer paso por la Roma, como en 2009-11 (cuando llevó al equipo al subcampeonato) y 2019, demostró por qué es un símbolo romanista.

A nivel global, Ranieri deja un legado inmenso: 912 partidos en las cinco grandes ligas, solo superado por Arsène Wenger, y el título más improbable de la historia con el Leicester. En Roma, su impacto trasciende los números. 

A partir de junio, asumirá un rol como asesor deportivo, ayudando a elegir a su sucesor, con nombres como Vincenzo Montella y Roberto Mancini en la lista. Pero su legado en la Roma es imborrable.

El 25 de mayo, Ranieri dirigirá su último partido ante el Torino, con la esperanza de sellar un boleto a la Champions. Pase lo que pase, su despedida en el Olímpico fue un final de película: un estadio rugiendo, un equipo renacido y un hombre que, con humildad y corazón, demostró que el fútbol es más que un juego. 

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