martes, abril 29, 2025
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El milagro del Leicester City

En el fútbol, donde el dinero suele dictar el destino, Leicester City escribió en 2016 una de las historias más improbables y emocionantes de la era moderna. Bajo la batuta de Claudio Ranieri, un equipo de descartes, obreros y desconocidos desafió a los gigantes de la Premier League, rompió las apuestas de 5000-1 y se coronó campeón de Inglaterra. Esta no es solo una crónica deportiva; es un relato de fe, trabajo en equipo y la magia de lo imposible.

Un equipo al borde del abismo

En la temporada 2014-15, Leicester City, recién ascendido a la Premier League, coqueteó con el descenso hasta las últimas jornadas. Bajo Nigel Pearson, lograron una remontada épica con siete victorias en sus últimos nueve partidos, asegurando la permanencia. Sin embargo, la salida de Pearson por conflictos extradeportivos dejó al club en incertidumbre. En julio de 2015, Claudio Ranieri, un entrenador italiano con experiencia en clubes como Chelsea, Valencia y Juventus, pero sin un título de liga en su palmarés, asumió el mando. Su nombramiento generó escepticismo: Ranieri venía de un fracaso con la selección de Grecia, donde perdió contra las Islas Feroe. Los aficionados y la prensa lo veían como una apuesta arriesgada para un equipo cuya meta era, simplemente, no descender.

Leicester arrancó la temporada 2015-16 con un presupuesto modesto. Su plantilla, valorada en unos £72 millones, estaba formada por jugadores que, en su mayoría, no figuraban en los radares de los grandes clubes. Las casas de apuestas ofrecían 5000-1 por su título, odds más improbables que encontrar a Elvis Presley vivo. Pero lo que parecía una quimera se convirtió en realidad.

La táctica de Ranieri: Simplicidad mortal

Ranieri, apodado “el Tinkerman” por su tendencia a cambiar alineaciones en Chelsea, sorprendió con una filosofía opuesta en Leicester. Apostó por la estabilidad, usando solo 33 cambios en su once inicial durante las 38 jornadas, el segundo menor número entre campeones de la Premier. Su sistema fue un 4-4-2 clásico, que mutaba a un 4-4-1-1 sin posesión, diseñado para contragolpear con letal eficacia. Con una posesión promedio del 42.43%, la más baja de cualquier campeón de la Premier desde que se registran estos datos, Leicester demostró que no necesitas dominar el balón para dominar el marcador.

El plan era claro: dos líneas defensivas compactas, un mediocampo incansable y transiciones rápidas lideradas por la velocidad de Jamie Vardy y la creatividad de Riyad Mahrez. Ranieri inculcó disciplina defensiva (357 intercepciones, la mayor de la liga) y un espíritu de sacrificio colectivo. Como él mismo dijo, “dramatizar” no tenía cabida: tras una derrota 2-1 ante Arsenal, dio una semana de descanso a sus jugadores, asegurándoles que el resultado no definía su campaña. Esa mentalidad relajada, sumada a frases como “dilly-ding, dilly-dong” para motivar al equipo, mantuvo la presión a raya.

Los héroes del milagro: La plantilla del Leicester 2015-16

El éxito de Leicester no se entiende sin su plantilla, un mosaico de talento subestimado que Ranieri pulió hasta la perfección. Aquí los protagonistas clave:

  • Kasper Schmeichel (Portero)
  • Danny Simpson (Lateral Derecho)
  • Wes Morgan (Central, Capitán)
  • Robert Huth (Central)
  • Christian Fuchs (Lateral Izquierdo)
  • Riyad Mahrez (Extremo Derecho)
  • N’Golo Kanté (Mediocentro)
  • Danny Drinkwater (Mediocentro)
  • Marc Albrighton (Extremo Izquierdo)
  • Shinji Okazaki (Delantero Secundario)
  • Jamie Vardy (Delantero)

La campaña: De cenicienta a rey

Leicester comenzó la temporada con un 4-2 ante Sunderland, pero nadie imaginaba lo que vendría. En noviembre, tras un 3-0 ante Newcastle, lideraban la Premier. Vardy rompió récords, Mahrez deslumbraba y Kanté parecía estar en todas partes. El 19 de diciembre, con un 3-2 ante Everton, Leicester era líder en Navidad, un año después de estar en el fondo de la tabla.

Los momentos clave incluyeron:

  • 5 de diciembre: Mahrez marcó un hat-trick en un 3-0 ante Swansea.
  • 14 de diciembre: Un 2-1 ante Chelsea, con goles de Vardy y Mahrez, marcó el fin de la era Mourinho en Stamford Bridge.
  • 6 de febrero: Un 3-1 ante Manchester City en el Etihad, con doblete de Huth y gol de Mahrez, consolidó su candidatura.
  • 24 de abril: Un 4-0 ante Swansea, con dos goles de Ulloa, mantuvo la ventaja de 7 puntos.

El 2 de mayo de 2016, Leicester no jugó, pero el mundo entero miró el Chelsea-Tottenham. Los Spurs, segundos, lideraban 2-0, pero un empate 2-2, con un golazo de Eden Hazard, desató la locura. Leicester, con 81 puntos, 10 más que Arsenal, era campeón con dos jornadas de sobra. El 7 de mayo, ya campeones, vencieron 3-1 a Everton, con Andrea Bocelli cantando en el King Power Stadium. El empate final 1-1 ante Chelsea cerró una temporada de ensueño.

Más que un título

El título de Leicester no solo fue una proeza deportiva; fue un recordatorio de que el fútbol, en su esencia, es impredecible. Ranieri, quien nunca había ganado una liga, se convirtió en leyenda, ganando el LMA Manager of the Year y el FIFA Best Coach en 2016. Sin embargo, su despido en febrero de 2017, con el equipo cerca del descenso, dejó un sabor agridulce. A pesar de esto, su impacto perdura.

La hazaña también catapultó carreras: Kanté y Mahrez se volvieron estrellas mundiales, mientras Vardy se convirtió en ícono eterno. Leicester calificó a la Champions League 2016-17, alcanzando los cuartos de final, un debut histórico. El club, bajo la propiedad de Vichai Srivaddhanaprabha (fallecido trágicamente en 2018), se consolidó como una fuerza competitiva, ganando la FA Cup en 2021.

Hoy, en 2025, Leicester volvió a descender. Vardy, el último bastión de aquella gesta, sigue marcando, pero su adiós marca el fin de una era. Sin embargo, el milagro de 2016 sigue vivo en cada aficionado que cree que los sueños, por imposibles que parezcan, pueden hacerse realidad.

Leicester no solo venció a los gigantes; redefinió lo que significa ser campeón. En una liga dominada por presupuestos astronómicos, su victoria fue un triunfo de la humildad, la táctica y el corazón. Como dijo Ranieri: “Es una fábula, un cuento de hadas”. Y como todo buen cuento, su magia nunca se desvanecerá.

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