Simone Biles, la gimnasta que ha elevado la gimnasia artística a un arte, ha dejado al mundo en vilo tras una entrevista exclusiva con el diario deportivo francés L’Équipe. En ella, la atleta más condecorada de la historia expresó dudas sobre su participación en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028, afirmando que, para volver, “tendría que vibrar de verdad”. A sus 28 años, con 11 medallas olímpicas y un impacto que trasciende el deporte, Biles se encuentra en un momento de introspección, buscando disfrutar la vida mientras reflexiona sobre su legado.
Un palmarés que desafía la gravedad
Simone Biles no es solo una atleta; es un ícono. Desde su explosivo debut en Río 2016, donde conquistó cuatro oros (equipo, all-around, salto y suelo) y un bronce (viga), hasta su consagración en París 2024, Biles ha acumulado 11 medallas olímpicas: siete de oro, dos de plata y dos de bronce. Es la gimnasta estadounidense más laureada y una de las tres mujeres en ganar dos oros en all-around no consecutivos, junto a Larisa Latynina y Vera Čáslavská. Además, ostenta 30 medallas mundiales, 23 de ellas de oro, y cinco movimientos en el Código de Puntos llevan su nombre, incluyendo el legendario Biles II, un doble salto mortal con triple giro.
Sin embargo, su grandeza no se mide solo en medallas. En Tokio 2020, Biles enfrentó una tormenta personal. Afectada por los “twisties”, un bloqueo mental que pone en riesgo la seguridad de los gimnastas, y abrumada por la presión, se retiró de la mayoría de sus eventos. Ganó una plata por equipos y un bronce en viga, pero su decisión de priorizar su salud mental resonó globalmente.
“La gente te pone en un pedestal, pero yo sólo quiero ser humana”
Su honestidad cambió la conversación sobre la salud mental en el deporte.
París 2024: El renacer de una reina
París 2024 fue el escenario de su redención. Tras dos años de ausencia, Biles regresó en 2023, dominando los Mundiales de Amberes y consolidándose como la gimnasta más condecorada de la historia (37 medallas entre Juegos y Mundiales). En París, a pesar de una lesión en la pantorrilla que la obligó a competir con dolor, lideró a EE.UU. al oro por equipos, ganó el all-around, el salto y una plata en suelo: “Mi éxito en París fue como una terapia”, confesó a L’Équipe. Su actuación fue una mezcla de perfección técnica y liberación emocional: “Sentí que me quitaba un peso de encima. Estaba libre”, reveló en la entrevista.
Biles atribuye su éxito a un enfoque renovado en su salud mental, con terapia semanal y el apoyo de su esposo, Jonathan Owens, jugador de los Chicago Bears. “La terapia es mi refugio. Me ayuda a estar en un buen lugar mental”, dijo. En París, su sonrisa en el tapiz reflejó un amor redescubierto por la gimnasia, algo que no siempre estuvo presente. Como expresó en Simone Biles Rising (Netflix):
“Ahora compito por mí, no por lo que otros esperan”
La batalla contra la depresión y el trauma
El camino de Biles ha estado marcado por luchas profundas. Sobreviviente de abuso sexual por parte de Larry Nassar, el exmédico del equipo estadounidense, Biles transformó su dolor en activismo, contribuyendo a reformas en la gimnasia. Creció en un entorno desafiante: a los dos años, fue separada de su madre biológica y adoptada por sus abuelos, Ronald y Nellie Biles. La presión de ser la “mejor de todos los tiempos” también dejó huellas. En Call Her Daddy, confesó: “Antes de Tokio, sentía que luchaba contra demonios. La depresión me consumía”.
Su apertura sobre la salud mental ha sido revolucionaria. En L’Équipe, destacó la importancia de normalizar la búsqueda de ayuda: “La gente siente culpa al admitir que necesita apoyo. Los atletas, especialmente, tememos mostrar debilidad. Pero la terapia o incluso medicación, si es necesario, no es una derrota, es fortaleza”. Su mensaje resuena en un mundo donde la salud mental, declarada causa nacional en Francia en 2024, sigue siendo un tabú.
La encrucijada de LA28: ¿Volver o despedirse?
En la entrevista con L’Équipe, realizada en Madrid antes de recibir el premio a Deportista del Año en los Laureus World Sports Awards el 21 de abril de 2025, Biles fue sincera sobre su futuro:
“He logrado tanto en mi deporte que, para volver, tendría que emocionarme de verdad. 2028 parece tan lejano, y mi cuerpo envejece. En París, al final de la competencia, volví al pueblo olímpico, tomé el ascensor y mi cuerpo colapsó. Estuve enferma diez días”.
Esta confesión refleja el costo físico de su carrera, especialmente a sus 28 años, una edad avanzada para la gimnasia de élite. Sin embargo, no descarta LA28: “Estaré allí, ya sea en los aparatos o en las gradas, aún no lo sé”. La idea de competir en casa, en Los Ángeles, es tentadora, pero no suficiente por sí sola. “No soy la mayor fan de L.A. Lo que me motiva es compartir experiencias con mis seres queridos, no el lugar”, admitió. Además, su reciente anuncio de embarazo con Jonathan Owens, revelado el 22 de marzo de 2025, agrega una nueva dimensión. Con una casa en construcción en Texas y planes de ser madre, Biles está priorizando su vida personal: “Quiero disfrutar la vida, apoyar a mi esposo en sus partidos, vivir como mujer”.
El impacto de Biles: Más allá del tapiz
Biles no solo ha cambiado la gimnasia con su dificultad técnica y carisma, sino que ha elevado su visibilidad. Como dijo la campeona olímpica Nastia Liukin: “Tomó un deporte que brillaba cada cuatro años y lo puso en el mapa permanente”. Su serie documental Simone Biles Rising muestra su lado humano: “Quiero que vean que soy normal, que tengo sentimientos, que también soy vulnerable”, expresó en Olympics.com. En L’Équipe, reflexionó sobre la fama: “Antes, era anónima en la multitud, una bendición. Ahora, todos me reconocen. Es extraño ser conocida sin buscarlo”.
Su relación con Rebeca Andrade, la gimnasta brasileña que la desafió en París, también destaca su grandeza. “Rebeca me empujó más allá de mis límites, pero el deporte solo necesita a una de nosotras. La nueva generación ya está llegando”, dijo, mostrando humildad y confianza en el futuro de la gimnasia.
Una leyenda que sigue inspirando
Simone Biles es más que sus medallas. Es la voz que rompió el silencio sobre la salud mental, la sobreviviente que convirtió el trauma en propósito y la atleta que desafió la gravedad y las expectativas. Como dijo en L’Équipe:
“Estoy orgullosa, Simone Biles no es la próxima Usain Bolt o Michael Phelps. Soy la primera Simone Biles”
Si decide no competir en LA28, su legado permanecerá eterno. Pero si regresa a los 31 años, podría redefinir lo imposible una vez más. Por ahora, Biles se da permiso para vivir, amar y, quizás, soñar con un último salto.