En la frontera entre Ciudad Juárez y El Paso, donde el Río Bravo une más que separa, Alejandra de la Vega Foster ha escrito una historia de audacia, visión y pasión por el fútbol. Como propietaria de los Bravos de Juárez, esta empresaria mexicana no solo ha desafiado las convenciones en un mundo dominado por hombres, sino que ha elevado el deporte como un símbolo de esperanza para una ciudad marcada por su resiliencia. En abril de 2025, De la Vega confirmó un proyecto que parece sacado de un sueño: un estadio binacional, con una mitad en Ciudad Juárez, Chihuahua, y la otra en El Paso, Texas, el primero de su tipo en el mundo.
Raíces en la frontera: El origen de una visionaria
Nacida en El Paso, Texas, pero criada en Ciudad Juárez, Alejandra de la Vega Arizpe lleva la frontera en la sangre. Hija de Federico de la Vega, un empresario visionario que trajo el fútbol profesional a Juárez con los Cobras en los años 80, Alejandra creció en un entorno donde el deporte era más que un juego: era una forma de unir comunidades. Estudió Ingeniería Industrial y de Sistemas en el Tecnológico de Monterrey (ITESM), complementando su formación en el IPADE en México y el CIES Management Development en Francia. Su mente analítica y su corazón fronterizo la prepararon para un camino poco convencional.
En los años 80, con apenas 20 años, Alejandra dio un paso histórico: asumió la vicepresidencia y dirección ejecutiva de los Cobras de Ciudad Juárez, convirtiéndose en la primera mujer en liderar un club profesional en México. Bajo su gestión, los Cobras ascendieron de la Segunda a la Primera División, un logro que marcó su entrada al exclusivo club del fútbol mexicano. Pero cuando los Cobras se disolvieron en 1995, Juárez quedó huérfana de fútbol, y Alejandra, aunque siguió destacando como empresaria, mantuvo viva la chispa del deporte.
Como directora de Almacenes Distribuidores de la Frontera, una empresa familiar con más de 300 tiendas de conveniencia en Chihuahua, y propietaria de la franquicia de Domino’s Pizza en Juárez, De la Vega demostró su capacidad para liderar en un mundo de negocios tradicionalmente masculino. Su matrimonio con Paul Foster, un magnate estadounidense, amplió su influencia, y juntos formaron MountainStar Sports Group, una plataforma que hoy controla los Bravos de Juárez, el El Paso Locomotive de la USL y los El Paso Chihuahuas de béisbol AAA.
El regreso del fútbol a Juárez:
En 2015, Ciudad Juárez estaba lista para un renacimiento. Tras años de violencia que la marcaron como una de las ciudades más peligrosas del mundo, la ciudad buscaba símbolos de redención. Alejandra, junto con un grupo binacional de seis familias (cuatro de Juárez y dos de El Paso), fundó el FC Juárez, conocido como los Bravos, devolviendo el fútbol profesional a la frontera tras la desaparición de los Indios en 2012. El nombre “Bravos” no fue casual: reflejaba el espíritu luchador de los juarenses, y Alejandra lo asumió como una misión personal.
Como presidenta del club, De la Vega enfrentó un desafío titánico. El fútbol mexicano, dominado por hombres y grandes corporativos, no era un terreno fácil para una mujer, y menos para una que apostaba por un equipo en una ciudad sin tradición reciente en la Liga MX. Sin embargo, su experiencia con los Cobras y su visión estratégica la guiaron. En su primera temporada en la Ascenso MX (2015-16), los Bravos ganaron el título, venciendo 3-1 al Atlante en el global, y en 2019, tras adquirir la franquicia de Lobos BUAP, aseguraron un lugar en la Primera División.
Pero el camino no fue sencillo. Los Bravos han luchado por consolidarse en la Liga MX, con pocas apariciones en liguilla y una base de aficionados que, aunque fiel, no llena consistentemente el Estadio Olímpico Benito Juárez, con capacidad para 19,703 personas. Alejandra, sin embargo, nunca se rindió. Su compromiso con Juárez trasciende lo deportivo: como filántropa, ha apoyado la Fundación FEMAP, el Museo Infantil La Rodadora y el Paul L. Foster Family Foundation, donando millones a causas sociales, incluyendo $100 millones para el Foster Pavilion de Baylor University.
Rompiendo barreras en un mundo de hombres
Ser la única mujer en las reuniones de dueños de la Liga MX no intimidó a Alejandra. Su presencia en un entorno machista fue un acto de resistencia silenciosa. “El fútbol es un reflejo de la vida, y la vida en Juárez es de lucha”, dijo en una entrevista con Vice en 2016. Su enfoque no era solo ganar partidos, sino construir comunidad. Organizó partidos amistosos entre los Bravos y el El Paso Locomotive, como el “Derbi del Río Bravo”, donde los jugadores estadounidenses cruzaron la frontera a pie, un gesto que simbolizó la unión de dos ciudades.
En 2016, Alejandra tuvo que dejar la presidencia de los Bravos por un nuevo reto: el gobernador de Chihuahua, Javier Corral, la nombró Secretaria de Innovación y Desarrollo Económico, un cargo que ocupó hasta 2021. Los estatutos de la Federación Mexicana de Fútbol le impedían combinar un puesto gubernamental con la dirección de un club, pero siguió siendo la propietaria y el alma de los Bravos. En este rol, impulsó proyectos como un campus tecnológico en Juárez y defendió la identidad binacional de la región, participando en eventos como la Carrera Binacional US-México 10K.
El sueño del estadio binacional: Un legado sin fronteras
En abril de 2025, Alejandra de la Vega dio un paso que podría cambiar la historia del fútbol mundial. Confirmó, en una entrevista con TUDN, el proyecto de un estadio binacional para los Bravos, cuya cancha estará dividida por la frontera entre Ciudad Juárez y El Paso. “Es un sueño que tenemos de hacer un estadio binacional… para construir un complejo de entrenamiento de mayor nivel”, declaró. El proyecto, respaldado por ella y Paul Foster, cuya fortuna supera los 3,200 millones de dólares según Forbes, busca no solo dar un nuevo hogar a los Bravos, sino consolidar al club como un símbolo de la cultura fronteriza.
El estadio, aún en fase de planeación, enfrentará retos logísticos y burocráticos, ya que requiere permisos de ambos países. Sin embargo, Alejandra aseguró que “el dinero no es problema”. La idea es ambiciosa: un recinto que aproveche la cercanía de Juárez y El Paso, ciudades que forman una metrópoli binacional de 2.5 millones de habitantes, para atraer aficionados de ambos lados del Río Bravo. Mientras el proyecto se concreta, los Bravos seguirán jugando en el Estadio Olímpico Benito Juárez, su casa desde 2015.
Este estadio no será solo un inmueble; será un manifiesto. En un mundo donde las fronteras dividen, Alejandra apuesta por unir. El proyecto refleja su filosofía: el deporte puede sanar, inspirar y trascender. Como ella misma dijo en la inauguración del Estadio 8 de Diciembre en Juárez en enero de 2025, “queremos que los jóvenes puedan dedicarse al deporte”, un compromiso que comparte con el municipio y que busca formar generaciones de juarenses orgullosos.
Un legado en construcción
Alejandra de la Vega es más que la dueña de los Bravos. Es una pionera que abrió caminos en el fútbol mexicano, una empresaria que transformó la frontera en un hub deportivo y una filántropa que cree en el poder del deporte para cambiar vidas. Su historia es la de Juárez: una ciudad que, como ella, se niega a ser definida por sus cicatrices y apuesta por un futuro de grandeza.
El estadio binacional, cuando se construya, será el testimonio de su visión. Por ahora, los Bravos, con su lucha en la Liga MX y su creciente identidad, son la prueba de que Alejandra no solo juega para ganar, sino para inspirar.