En un día como hoy, pero de 1951, el Parque Oblatos en Guadalajara no era solo un estadio: era un volcán de pasiones, un crisol donde se forjó una de las hazañas más gloriosas del fútbol mexicano. El Atlas FC, los rojinegros, se coronaron campeones de la Liga Mexicana, convirtiéndose en el primer equipo de Jalisco en alzar el título. Y lo hicieron de la manera más épica posible: venciendo 1-0 a su eterno rival, las Chivas Rayadas del Guadalajara, en un Clásico Tapatío que aún resuena en los corazones de la fiel afición atlista.
El contexto: Un Jalisco hambriento de gloria
En 1951, México vivía una época de transformación. La televisión comenzaba a transmitir en blanco y negro, las Naciones Unidas inauguraban su sede en Nueva York, y en Guadalajara, el fútbol era más que un deporte: era una forma de vida. El Atlas, fundado en 1916 por jóvenes inspirados en el fútbol inglés del Colegio Ampleforth, ya era un símbolo de la élite tapatía, mientras que Chivas, nacidas en 1906, representaban el orgullo de la clase media. La rivalidad entre ambos, conocida como el Clásico Tapatío, era un choque de identidades, un duelo que dividía familias y llenaba las cantinas de debates acalorados.
La temporada 1950-51 de la Primera División Mexicana fue un torbellino de emociones. No había liguillas ni finales a partido único; el campeón era quien sumaba más puntos al final del torneo. Atlas, dirigido por el argentino Eduardo “Ché” Valdatti, llegó a la penúltima jornada con 28 puntos, seguido de cerca por el Club León con 27. El destino quiso que el título se definiera en un Clásico Tapatío, con Chivas, que no peleaban la cima, pero sí el orgullo de arruinarle la fiesta a su némesis.
El partido que paralizó Guadalajara
El 22 de abril de 1951, el Parque Oblatos estaba a reventar. La afición rojinegra, apodada “La Fiel” décadas después, llenó las gradas con banderas y cánticos, mientras los seguidores de Chivas respondían con igual fervor. El ambiente era eléctrico, como si la ciudad entera contuviera el aliento. En la cancha, Atlas alineó a figuras como Raúl Córdoba en la portería, Felipe Zetter en la defensa, y el costarricense Edwin Cubero, un delantero que estaba a punto de convertirse en leyenda. Chivas, por su parte, tenían a Rafael “Rafle” Orozco, un defensa que, sin saberlo, sería protagonista de un momento clave.
El partido fue una guerra táctica. Chivas, dirigidas por el húngaro Jorge Orth, cerraron espacios y buscaron contragolpes, mientras Atlas, con el estilo técnico que los caracterizaba, insistía en abrir el cerrojo rojiblanco. Los primeros 45 minutos terminaron 0-0, con los nervios al límite. Pero en el minuto 55, todo cambió. Una jugada en el área de Chivas terminó con una mano de Rafael Orozco, y el árbitro Horacio “Cuate” Salceda no dudó: penal para Atlas. La decisión desató protestas de los jugadores de Chivas y un rugido ensordecedor de la afición rojinegra.
Edwin Cubero, con la frialdad de un cirujano, tomó el balón. Frente al portero Jaime “Tubo” Gómez, el costarricense engañó al guardameta y mandó el esférico al fondo de la red. ¡Gol! 1-0. El Parque Oblatos estalló en júbilo, pero el drama no terminaba ahí.
Atlas tuvo que resistir los embates de Chivas durante los 35 minutos restantes, mientras en Veracruz, León caía 2-1 ante los Tiburones Rojos, un resultado que aseguraba el título para los Zorros. Cuando el silbatazo final sonó, Atlas no solo había ganado el Clásico Tapatío, sino que se coronaba campeón con 30 puntos, 44 goles a favor y solo 23 en contra, la mejor defensiva del torneo.
La hazaña: más que un título
Aquel 22 de abril, Atlas no sólo ganó su primer título de liga en la era profesional. También se convirtió en el primer equipo jalisciense en ser campeón, un hito que marcó un antes y un después en el fútbol mexicano. La victoria tuvo un sabor especial por el rival: vencer a Chivas en un partido decisivo era el sueño de cualquier atlista. La prensa de la época, como El Informador, destacó la hazaña, aunque no sin controversia: algunos aficionados de Chivas cuestionaron el penal, alegando que la mano de Orozco fue accidental. Sin embargo, los registros históricos confirman la legitimidad del gol de Cubero.
El impacto del título fue inmenso. Atlas, que ya había ganado la Copa México en 1946 y 1950, y el Campeón de Campeones en 1946 y 1950, consolidó su hegemonía en Jalisco. El 29 de abril, una semana después, los Zorros rubricaron su grandeza al vencer 1-0 al Atlante en el Campeón de Campeones, con gol de Edmundo Manzotti, sumando otro trofeo a su vitrina.
Pero la gloria tuvo su final. Apenas tres años después, en la temporada 1953-54, Atlas sufrió su primer descenso, una herida que contrastó con la euforia de 1951. Y aunque volvieron a Primera rápidamente, pasaron 70 años para que los rojinegros volvieran a ser campeones, en el Apertura 2021, rompiendo la supuesta “maldición” del portero de Chivas, Jaime “Tubo” Gómez, quien, según la leyenda, juró que Atlas no sería campeón mientras él viviera. Gómez falleció en 2008, y en 2021, los Zorros, liderados por Diego Cocca, volvieron a la cima.
Un orgullo que no se apaga
Hoy, 74 años después, el título de 1951 sigue siendo un faro para la afición de Atlas. La Barra 51, el grupo de animación más icónico del club, lleva su nombre en honor a ese año glorioso. Figuras como Canelo Álvarez y Peso Pluma, orgullosos tapatíos, han declarado su amor por los rojinegros, prueba de que Atlas trasciende el fútbol y es parte del alma de Guadalajara.
El Clásico Tapatío sigue siendo el duelo más pasional de México. Aunque Chivas lideran el historial con 110 victorias contra 95 de Atlas en 293 partidos hasta 2025, los rojinegros tienen el orgullo de haber humillado a su rival en el momento más crucial. Aquel penal de Edwin Cubero no solo definió un campeonato, sino que grabó a fuego la identidad de un club que, contra viento y marea, nunca deja de luchar.
Porque en el fútbol, como en la vida, no hay nada más hermoso que vencer al rival eterno y escribir tu nombre en la historia.