En el fútbol, hay historias que trascienden el césped. Son relatos de resiliencia, de lucha, de almas que encuentran refugio en un balón mientras el mundo a su alrededor se desmorona. Uros Durdevic, conocido como “Djuka”, es uno de esos espíritus indomables. En el Clausura 2025, este delantero montenegrino escribió su nombre en letras de oro al convertirse en el primer campeón de goleo en los 109 años de historia del Atlas, un club que ha esperado más de un siglo por un héroe como él.
Infancia en la sombra de la guerra
Uros Durdevic nació el 2 de marzo de 1994 en Obrenovac, una ciudad a 30 kilómetros de Belgrado, en lo que entonces era la Yugoslavia en descomposición. Su infancia no fue de parques y risas, sino de sirenas y miedo. La Guerra de Kosovo (1998-1999) irrumpió cuando Uros tenía apenas cuatro años. El conflicto, que dejó al menos 12,000 muertos o desaparecidos, marcó su vida:
“Era difícil porque había guerra. Yo cuando empecé [a jugar] era 1999, empecé con cinco años a entrenar fútbol en una escuela de fútbol de mi ciudad”, recuerda.
Junto a su hermano Kristijan, también futbolista profesional, el balón se convirtió en su escape: “Por eso empezamos a entrenar fútbol, para no pensar sobre eso que estaba pasando”, confesó.
La disciplina fue su ancla. Cada día, Uros tomaba un autobús para recorrer más de 60 kilómetros entre ida y vuelta, entrenando en la cantera del Partizán de Belgrado. Esa rutina forjó su carácter, una mezcla de paciencia y ferocidad que aún lleva tatuada: una cruz, una iglesia de su natal Veliko Polje y un lobo, su animal favorito, símbolo de su instinto dentro y fuera de la cancha: “Los lobos, para mí, son los mejores animales que existen”, dice, y su estilo de juego lo refleja: Tranquilo fuera del campo, letal dentro de él.
Un viaje por Europa: De Belgrado a Gijón
El fútbol fue su boleto para salir del caos. Debutó profesionalmente en 2011 con el FK Rad de Belgrado, donde su olfato goleador llamó la atención. En 2014, dio el salto a Europa con el Vitesse de Países Bajos, seguido por pasos en el Palermo de Italia, Partizán de Belgrado y Olympiacos de Grecia . Pero fue en el Sporting de Gijón, en la Segunda División de España, donde dejó una huella imborrable: 232 partidos y 66 goles entre 2018 y 2024. Sin embargo, sus últimas dos temporadas en España fueron grises, con solo cuatro tantos, lo que lo llevó a buscar un nuevo comienzo.
En julio de 2024, el Atlas de Guadalajara, un club con una afición apasionada pero hambrienta de gloria, abrió sus puertas a Durdevic. Su llegada no fue recibida con fanfarrias. Bajo el mando del entrenador Beñat San José, “Djuka” tuvo pocos minutos y fue criticado por la afición:
“No cambié mucho, cambiaron al entrenador que no me tenía confianza”
Diría más tarde, con una sinceridad que desarma. La llegada de Gonzalo Pineda como técnico marcó un punto de inflexión. Pineda le dio la confianza que necesitaba, y Uros respondió con goles que encendieron a la “Fiel” rojinegra.
Clausura 2025: El rugido del lobo
El Torneo Clausura 2025 fue la consagración de Uros Durdevic. Con 12 goles en 17 jornadas, empató en la cima de la tabla de goleo con Paulinho de Toluca y Raúl “Pantera” Zúñiga de Tijuana, convirtiéndose en el primer rojinegro en lograrlo. Su camino no fue fácil. Atlas terminó en el puesto 14, fuera de la Liguilla y obligado a pagar una multa por su posición en la tabla de cocientes. Pero en medio de la decepción colectiva, Durdevic, brilló como una estrella.
Su racha comenzó en la Jornada 1 con un gol ante Cruz Azul. Luego, explotó con dobletes contra Puebla y Atlético de San Luis, un hat-trick épico ante Tijuana que selló una remontada de 4-3, y tantos clave contra América, Mazatlán, Querétaro y, por supuesto, Chivas en el Clásico Tapatío de la Jornada 17. Ese último gol, el 12, fue el que lo coronó, aunque él mismo admitió que la victoria en el Clásico era más importante que el título individual: “El Clásico lo pongo por arriba del título de goleo”, dijo, mostrando su compromiso con el equipo por encima de la gloria personal.
Sus números son impresionantes: siete goles con pierna derecha y cuatro de penal. Pero más allá de las estadísticas, fue su impacto emocional. Cada gol fue un grito de la afición, un eco de 109 años de espera. Uros superó a leyendas rojinegras como Robert de Pinho, Julián Quiñones, Daniel Osorno, Bruno Marioni, Milton Caraglio, Matías Alustiza ni “Misionero” Castillo, quienes nunca alcanzaron el campeonato de goleo.
Un lobo en Guadalajara
Uros Durdevic no solo hizo historia; le dio al Atlas un motivo para soñar. Su infancia en la guerra le enseñó a no rendirse, y esa lección la llevó al Estadio Jalisco. Hoy, su nombre resuena junto a los grandes del club, y su tatuaje de lobo parece rugir cada vez que pisa el césped. En un mundo donde el fútbol a veces se siente vacío, “Djuka” nos recuerda que los goles pueden ser más que puntos, son historias de supervivencia, de lucha, de un niño que escapó de la guerra para pintar de rojo y negro los corazones de Guadalajara.