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La Hazaña del 2000: Cuando Necaxa hizo temblar a los Galácticos

En el fútbol, hay partidos que trascienden el marcador, que se convierten en leyendas susurradas en sobremesas y cantinas. Uno de esos momentos ocurrió el 14 de enero de 2000, cuando el Club Necaxa, un equipo mexicano orgulloso pero modesto, se plantó en el mítico Estadio Maracaná y venció al Real Madrid, un coloso europeo que comenzaba a gestar su era de “Galácticos”. No fue solo un triunfo; fue una rebelión, un puñetazo al establishment del fútbol mundial. 

El escenario: Un Mundial de Clubes pionero

El año 2000 marcó el nacimiento del FIFA Club World Championship, la primera edición de un torneo que buscaba coronar al mejor club del planeta. Brasil, con su aura futbolística, fue el anfitrión, y los partidos se jugaron en São Paulo y Río de Janeiro. Ocho equipos se enfrentaron: dos de Sudamérica (Corinthians y Vasco da Gama), dos de Europa (Real Madrid y Manchester United), y uno de Norteamérica (Necaxa), África (Raja Casablanca), Asia (Al-Nassr) y Oceanía (South Melbourne). El formato era simple: dos grupos de cuatro, con los líderes a la final y los segundos peleando por el tercer lugar.

Necaxa, campeón de la CONCACAF en 1999 tras vencer al Toluca, llegó como el representante mexicano. Dirigidos por Raúl Arias, los Rayos eran un equipo sólido, con figuras como Álex Aguinaga, el cerebro ecuatoriano, y Agustín Delgado, un delantero que combinaba fuerza y olfato. Pero nadie les daba muchas chances contra los gigantes. Real Madrid, por su parte, no era aún el equipo de Zidane, Figo y Beckham, pero ya presumía un plantel temible con jóvenes talentos como Raúl González, Fernando Morientes y Steve McManaman, bajo la batuta de Vicente del Bosque. Aunque no se les llamó “Galácticos” oficialmente hasta 2001, su aura de estrellas ya pesaba.

El camino al duelo: Necaxa y Madrid en la fase de grupos

Necaxa tuvo una fase de grupos que mezcló valentía y tropiezos. En el Grupo B, debutaron con un empate heroico 1-1 contra el Manchester United de Alex Ferguson, campeón de la Champions, con un gol de Sergio Almaguer que silenció al Maracaná. Luego aplastaron 3-1 a South Melbourne, pero cayeron 2-1 ante Vasco da Gama, quedando segundos con 4 puntos. Real Madrid, en el Grupo A, mostró su jerarquía: venció 3-1 a Al-Nassr, empató 2-2 con Corinthians y derrotó 3-2 a Raja Casablanca. Sin embargo, una menor diferencia de goles los dejó también en segundo lugar, condenándolos a pelear por el bronce contra los mexicanos.

Ambos equipos llegaron al partido por el tercer lugar con orgullo herido. Necaxa quería demostrar que México podía competir con los grandes; Madrid, evitar la humillación de volver sin nada. Como dijo Aguinaga años después: 

“Sabíamos que éramos el ‘David’ contra ‘Goliat’, pero en el fútbol, una tarde inspirada lo cambia todo”

El Partido: Un baile de coraje y penales

El 14 de enero de 2000, ante 35,000 espectadores en el Maracaná, Necaxa y Real Madrid se enfrentaron en un duelo que prometía chispas. La alineación de los Rayos incluía a Hugo Pineda en la portería, Salvador Cabrera, Sergio Almaguer, Markus López, José Milián, José María Higareda, Luis Pérez, Hernán Vigna, Álex Aguinaga, Cristian Montecinos y Agustín Delgado. El Madrid saltó con Albano Bizzarri, Iván Helguera, Fernando Hierro, Aitor Karanka, Manolo Sanchís, Javier Dorado, Steve McManaman, Geremi, Sávio, Raúl y Morientes.

Desde el pitazo inicial, el partido fue un choque de estilos. Madrid buscó imponer su calidad técnica; Necaxa, su garra y organización. A los 15 minutos, el “Ángel Blanco” Raúl abrió el marcador con un zurdazo imposible tras un cabezazo de Morientes. El 1-0 dolió, pero los Rayos no se achicaron. Arias ajustó la presión, y Aguinaga comenzó a tejer jugadas como si el césped fuera su lienzo. Al minuto 58, llegó el momento de la redención: un pase largo de Aguinaga encontró a Delgado, quien, con la potencia de un tren, desbordó y soltó un derechazo que venció a Bizzarri. ¡1-1! El Maracaná rugió, y los mexicanos se creyeron el milagro.

El resto del tiempo regular fue un ida y vuelta frenético. Necaxa defendió con uñas y dientes, mientras Madrid desperdició chances claras, incluyendo un remate de Morientes que Pineda atajó como si tuviera un pacto con el destino. En el tiempo extra, el cansancio niveló fuerzas, y nadie quiso arriesgar demasiado. El empate persistió, y el tercer lugar se definiría en penales, el escenario donde los nervios pesan más que el talento.

La tanda de penales: Donde Necaxa tocó el cielo

En la lotería de los penales, Necaxa mostró temple de acero. La secuencia fue un thriller:

  • Samuel Eto’o (Madrid): Anotó. 1-0.
  • Sergio Vázquez (Necaxa): Anotó. 1-1.
  • Iván Helguera (Madrid): Anotó. 2-1.
  • Salvador Cabrera (Necaxa): Falló, estrellando el balón en el poste.
  • Steve McManaman (Madrid): Falló, con un tiro débil que Pineda leyó como un libro abierto.
  • Luis Pérez (Necaxa): Anotó con frialdad. 2-2.
  • Fernando Morientes (Madrid): Anotó. 3-2.
  • Álex Aguinaga (Necaxa): Anotó, engañando a Bizzarri. 3-3.
  • Javier Dorado (Madrid): Falló, enviando el balón a las nubes.
  • Agustín Delgado (Necaxa): Anotó con potencia, sellando el 4-3.

El Maracaná estalló en aplausos, no solo por los hinchas mexicanos, sino por un fútbol que celebraba a los underdogs. Necaxa, contra todo pronóstico, se llevó el tercer lugar y 4 millones de dólares en premios, mientras Real Madrid regresó a casa con las manos vacías y caras largas.

El contexto: ¿Galácticos en pañales?

Aunque el término “Galácticos” se consolidó en 2001 con la llegada de Zinedine Zidane bajo la presidencia de Florentino Pérez, el Real Madrid de 2000 ya tenía el germen de esa filosofía. Pérez, electo en julio de ese año, había fichado a Luis Figo desde Barcelona por 62 millones de euros, rompiendo récords, aunque Figo no jugó el Mundial de Clubes por estar en pretemporada. Raúl, Morientes y Hierro eran estrellas consagradas, y la plantilla exudaba el glamour que Pérez soñaba. Perder contra Necaxa fue un golpe inesperado, como si un caballero medieval cayera ante un escudero valiente.

Para Necaxa, el triunfo fue histórico. Como dijo Delgado: “No éramos favoritos, pero jugamos con el corazón de México”. El partido también destacó el talento de Samuel Eto’o, entonces un joven cedido al Mallorca por Madrid, quien anotó en la tanda. Irónicamente, el camerunés brillaría más en Barcelona años después, mientras Madrid lamentaba haberlo dejado ir.

Un orgullo eterno

Para los aficionados necaxistas, esa tarde en el Maracaná es un tesoro. Necaxa no solo venció al Real Madrid; fue el único club mexicano en derrotar a un equipo europeo en un Mundial de Clubes hasta la fecha. El tercer lugar fue un hito que ni Cruz Azul (2014) ni Pachuca (2017) han igualado. En México, el triunfo se celebró como un grito de dignidad, mostrando que la Liga MX podía mirar de frente a los titanes.

Para el Real Madrid, la derrota fue una lección. Del Bosque, siempre sereno, admitió: “Nos faltó humildad. Necaxa jugó mejor cuando importaba”. El revés sirvió como catalizador para que Pérez acelerara su proyecto Galáctico, fichando a Zidane y luego a Ronaldo, iniciando una era de éxitos, pero también de excesos.

Una estrella en el cielo necaxista

Han pasado 25 años, y el eco de ese Necaxa 1-1 (4-3) Real Madrid sigue resonando. Para los Rayos, ahora en Aguascalientes y peleando en la Liga MX, es un recordatorio de su grandeza. Para el fútbol mexicano, es un faro de inspiración, más aún con Pachuca enfrentando al Madrid en el Mundial de Clubes 2025. 

En el Maracaná, bajo las luces de un nuevo milenio, Necaxa no tuvo miedo de bailar con las estrellas. Y cuando los penales decidieron, fueron los Rayos los que brillaron más fuerte. Esta no es solo una historia de fútbol; es un himno a los que se atreven a desafiar lo imposible.

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