En el fútbol, donde las pasiones hierven y los gritos de euforia o decepción resuenan en cada rincón, hay un hombre que parece caminar sobre las aguas turbulentas con una serenidad casi mística. Nicolás Larcamón, el estratega argentino que ha tomado las riendas del Necaxa, no solo está liderando una revolución futbolística en Aguascalientes, sino que también está enseñando una lección de vida: La calma, bien manejada, puede ser el arma más poderosa de un equipo. Pero, ¿cómo lo hace?, ¿cómo mantiene los pies en la tierra cuando el cielo parece el límite para unos Rayos que, hasta hace poco, parecían condenados a la penumbra de la Liga MX? Le pregunté directamente: “Has declarado no dejarte llevar por la emocionalidad, incluso tras victorias grandes en este torneo. ¿Cómo mantienes esa calma y cómo transmites esa mentalidad al grupo?”. Su respuesta, como todo lo que hace, fue un reflejo de su filosofía: Profunda, sincera y con un toque humano que trasciende el simple balompié.
“Intento no llevarme por la emocionalidad, trato de gestionar un poco esas emociones que pueden quizás teñir, después lógicamente que la emoción es parte, la emoción tiñe todo nuestro accionar, nuestro momento, nuestras circunstancias y no es que no me dejo, sino que trato de ser mesurado con el formato del torneo, un poco con lo que hemos venido construyendo hasta el momento a ver, todavía le resta mucho camino.”
Me explicó Larcamón con esa cadencia pausada que lo caracteriza: “Creo que es indispensable entender eso que para muchos quizás hace unos meses era impensado poder ver a Necaxa en donde está hoy, pero al mismo tiempo nosotros no nos quedamos conformándonos con que nadie esperaba que hoy estuviéramos acá, sino queremos darle continuidad a todo este buen presente.”
Y es que el presente de Necaxa es, sin exagerar, un sueño eléctrico. En el Clausura 2025, los Rayos han sorprendido a propios y extraños. Con Larcamón al mando, el equipo ha escalado hasta los primeros puestos de la tabla general, acumulando victorias que no sólo suman puntos, sino que devuelven la ilusión a una afición que llevaba años buscando un rayo de esperanza. Hasta el momento, Necaxa ha ganado 9 de sus 14 partidos bajo su dirección, con una ofensiva que ruge como pocas: son el segundo equipo con más goles en el torneo, liderados por el letal Diber Cambindo, quien lleva 11 tantos y se perfila como el goleador del campeonato. Pero lo que hace especial a este Necaxa no es solo el resultado, sino el cómo: un fútbol valiente, vertical y sin miedo a equivocarse, sello indiscutible del argentino que alguna vez soñó con ser arquitecto, pero terminó construyendo equipos.
La calma como cimiento
Larcamón no niega que la emoción existe. Al contrario, la abraza, pero con una precisión quirúrgica. “Soy bastante mesurado, bastante tranquilo para el bien común sobre todas las cosas”, confesó en nuestra charla. Y esa mesura no es solo un discurso: es una forma de vida que ha impregnado en el vestidor del Necaxa. Tras la épica victoria 3-2 sobre América en febrero de 2025, cuando muchos habrían perdido la cabeza de euforia, él mantuvo el rumbo: “Es un golpe fuerte sobre la mesa, siempre sosteniéndonos en un lugar de humildad, de temple, de no dejarse llevar por la emocionalidad, creyendo que todavía resta mucho trabajo, mucho camino por delante”. Esa declaración, dicha con la misma tranquilidad con la que dirige desde la banda, es un eco de lo que hoy vemos en el terreno de juego: un equipo que no se conforma, que no se marea con el éxito, que sabe que el verdadero campeonato se gana en mayo, no en abril.
El contraste es brutal si miramos atrás. En el Apertura 2024, sin Larcamón, Necaxa terminó en un gris 13° lugar, con apenas 15 puntos y un fútbol que parecía perdido en el laberinto de la mediocridad. Hoy, con 27 puntos en el Clausura 2025 y tres jornadas por disputar, los Rayos no solo están en zona de clasificación directa, sino que pelean por ser protagonistas. Es el mejor arranque de Larcamón en México, superando incluso su debut con Puebla en 2021, donde logró 27 puntos y un tercer lugar. Pero él no se detiene a mirar los números: “Si vos te dejás emocionalizar mucho y perder mucho el piso, ahí es donde puedes correr riesgo en algún punto las posibilidades nuestras para lo que es el cierre de torneo”, me dijo, casi como un mantra.
Un hombre, un equipo, una ciudad
Nicolás Larcamón llegó a Necaxa en noviembre de 2024, tras siete meses de inactividad después de su paso por Cruzeiro en Brasil. Su aterrizaje no fue casualidad: la directiva hidrocálida vio en él a un líder capaz de resucitar a un gigante dormido. Y no se equivocaron. Desde su presentación, el argentino ha devuelto el color a un equipo que parecía desdibujado; con un estilo ofensivo y una gestión de grupo que recuerda a sus días gloriosos en Puebla, Larcamón ha transformado a los Rayos en un contendiente serio.
Pero más allá de las tácticas y los goles, hay algo profundamente emotivo en lo que está logrando. Necaxa no es solo un club; es una ciudad, una historia, una afición que ha sufrido más de lo que ha celebrado. Y Larcamón lo entiende. “Queremos darle continuidad a todo este buen presente”, insistió en nuestra conversación. No se trata solo de ganar partidos, sino de construir algo duradero, algo que trascienda. En cada victoria, como ese 4-0 ante Atlas o el 2-1 ante el León, hay un mensaje: este Necaxa no está de paso, está aquí para quedarse.
El arquitecto que no construye casas, sino sueños
Dicen que el fútbol es 90% emoción y 10% estrategia, pero Larcamón parece haber encontrado la fórmula inversa. Su pasado como estudiante de arquitectura no es solo una anécdota: es la clave de su éxito. Construye equipos como quien levanta edificios: con cimientos sólidos, un diseño claro y la paciencia para no apresurarse. “Hay que saber bien qué te hace ser ese equipo que viene construyendo, lo que venimos construyendo”, reflexionó. Y ese “qué” no es solo táctica; es una mentalidad, una calma que contagia a sus jugadores y que hoy tiene a Necaxa soñando con algo más grande que un simple torneo.
Así que mientras los Rayos siguen iluminando la Liga MX, Nicolás Larcamón sigue siendo el faro que guía el camino. No grita, no se desboca, no pierde el rumbo. Y en esa tranquilidad, en esa mesura, está escribiendo una de las historias más bonitas del fútbol mexicano en 2025. Porque, como él mismo dice, aún queda mucho camino por recorrer.