En un país donde el fútbol reina como monarca absoluto, el basquetbol mexicano ha vivido décadas de altibajos, destellos de gloria opacados por largos silencios. Pero desde 2016, un equipo ha emergido como un faro de esperanza, un proyecto que no solo busca competir, sino revolucionar el deporte de la canasta en México: los Capitanes de Ciudad de México.
Más que un equipo, son un sueño con raíces profundas, un puente hacia el mundo y, sin exagerar, el esfuerzo más importante en la historia del baloncesto nacional.
Orígenes: Un sueño nacido en el adiós de Kobe
La historia de los Capitanes comienza con una chispa improbablemente poética. En abril de 2016, Moisés Cosío y Rodrigo Trujillo, dos productores de cine y amigos apasionados por el baloncesto, asistieron al último partido de Kobe Bryant con los Lakers en Los Ángeles. Mientras veían al “Black Mamba” despedirse con 60 puntos, surgió una conversación que cambiaría el rumbo del deporte en México. “¿Por qué la Ciudad de México no tiene un equipo de basquetbol que emocione?”, se preguntaron.
La capital llevaba una década sin representación profesional tras la desaparición de la Ola Roja en 2007, y el vacío era palpable.
De esa charla nació una misión. Con capital privado y una visión ambiciosa, Cosío y Trujillo fundaron los Capitanes, un equipo que debutó en la Liga Nacional de Baloncesto Profesional (LNBP) en la temporada 2017-18. Su primer hogar fue el Gimnasio Olímpico Juan de la Barrera, un recinto con historia olímpica que vibró de nuevo con el sonido del balón. Vestidos de azul y amarillo, con el Monumento a la Revolución como emblema y un ajolote (Juanjolote) como mascota, los Capitanes llegaron para quedarse.
El salto a la NBA G League: Un hito histórico
El verdadero giro llegó en diciembre de 2019, cuando el comisionado de la NBA, Adam Silver, anunció que los Capitanes se unirían a la NBA G League, la liga de desarrollo de la NBA, a partir de la temporada 2020-21 (retrasada al 2021-22 por la pandemia). Esto no era un simple ascenso: era un hito sin precedentes. Los Capitanes se convirtieron en el primer equipo fuera de Estados Unidos y Canadá en integrarse a una liga afiliada a la NBA, un paso que Silver describió como “un compromiso con los aficionados del basquetbol en México y Latinoamérica”.
El debut no fue fácil. Las restricciones por COVID-19 obligaron al equipo a jugar su primera temporada (2021-22) en Fort Worth, Texas, lejos de casa. Pero el 6 de noviembre de 2022, los Capitanes pisaron por fin la Arena Ciudad de México, bautizada “Territorio Capitán” por la afición, y aplastaron a los Rio Grande Valley Vipers 120-84 en su primer juego oficial en suelo mexicano. Ese día, 7,391 fans llenaron las gradas, marcando el inicio de una nueva era.
¿Por qué es el proyecto más importante del basquetbol mexicano?
Para entender la magnitud de los Capitanes, hay que mirar el contexto del basquetbol en México. Históricamente, el deporte ha tenido momentos de brillo, como la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de 1936 o el campeonato de FIBA Américas en 2013, pero nunca ha logrado consolidarse como una potencia. La LNBP, aunque competitiva, carece de la proyección internacional y la infraestructura de ligas como la NBA o la Euroliga. Los Capitanes cambian esa narrativa por tres razones clave:
- Puente al escenario global: Ser parte de la G League los conecta directamente con la NBA, la meca del baloncesto. No es solo exposición; es una plataforma para desarrollar talento mexicano y latinoamericano bajo estándares de élite. Jugadores como Juan Toscano-Anderson, campeón de la NBA con los Warriors en 2022 y estrella de los Capitanes en 2023-24, son prueba viva de ese potencial.
- Inspiración y afición: Antes de los Capitanes, la Ciudad de México llevaba 10 años sin un equipo profesional. Su llegada reavivó la pasión en una metrópoli de 20 millones de habitantes. En la temporada 2023-24, rompieron récords de asistencia con 16,178 aficionados en su juego inaugural en la Arena CDMX, un salto brutal desde los 5,242 que cabían en el Juan de la Barrera. Los tambores, los gritos y el ambiente futbolero que trasladan a las gradas muestran que el basquetbol puede competir por el corazón mexicano.
- Apuesta por el futuro: Los Capitanes no sólo juegan; invierten en la base. Su academia, con sedes en la CDMX, busca formar a jóvenes bajo la metodología G League. Además, su roster multicultural, con talentos de México, República Dominicana, Chile y más, refleja una visión latina que trasciende fronteras. Es un laboratorio para lo que podría ser una franquicia NBA en México someday.
Los números y las estrellas: Más allá de la cancha
En la cancha, los Capitanes han mostrado destellos de grandeza. En su primera temporada completa en México (2022-23), terminaron segundos en la Conferencia Oeste de la Showcase Cup con 12 victorias y 6 derrotas, aunque no avanzaron por desempates. En 2023-24, con Toscano-Anderson como líder (16 puntos y 7.5 rebotes por juego), atrajeron aún más atención, aunque los playoffs siguen siendo esquivos. Su roster 2024-25 incluye promesas como Greg Brown III (ex-NBA) y David Jones (visto en el Summer League con los 76ers), además de talento local como Luis Rodríguez.
Fuera de la duela, el impacto es igual de potente. La preventa de boletos para 2023-24 creció un 70% tras el fichaje de Toscano, según el presidente del equipo, Carlos Ignacio Abascal. “Juan no solo juega; eleva el basquetbol mexicano en lo social y competitivo”, afirmó. Y no es solo discurso: los Capitanes financian proyectos como la renovación de canchas públicas con arte inspirado en la lotería mexicana, conectando con la comunidad.
El sueño grande: ¿Una franquicia NBA en México?
El objetivo final de los Capitanes, según sus fundadores, es allanar el camino para una franquicia NBA en la Ciudad de México. Con 30 millones de fans de la NBA en el país (dato de NBA México), un mercado masivo y una arena de 22,000 asientos, la idea no suena descabellada. Sin embargo, hay retos: la infraestructura, la economía y la necesidad de “mexicanizar” más el proyecto, como sugirió el periodista Quique Garay en X: “¿Cómo enamorarte de un equipo mexicano sin un coach o más identidad local?”.
Aun así, el camino está trazado. Los Capitanes son un experimento vivo de la NBA para probar el mercado latinoamericano, y cada tamborazo en la Arena CDMX es un paso hacia ese sueño. Como dijo Adam Silver: “Esto demuestra nuestro compromiso con México”. Y como gritó la afición en su debut: “¡Capitanes, Capitanes!”.
Los Capitanes de CDMX no son solo un equipo; son una revolución con dribles y clavadas. Han devuelto el basquetbol a una capital hambrienta de emociones, han puesto a México en el radar de la NBA y han dado a los jóvenes una razón para soñar con la duela. ¿Llegarán a la NBA? El tiempo lo dirá. Por ahora, son el latido más fuerte del basquetbol mexicano, un proyecto que ya es historia y que sigue escribiendo su leyenda.