En el fútbol mexicano, donde las pasiones se desbordan y los reflectores suelen apuntar a los jugadores, hay historias que trascienden el césped y sacuden los cimientos del deporte. Una de ellas es la de Adalid Maganda Villalva, un árbitro guerrerense de origen afromexicano cuya carrera en la Liga MX no solo estuvo marcada por silbatazos y tarjetas, sino por una lucha valiente contra el racismo que lo llevó a ser cesado injustamente.
¿Quién es Adalid Maganda?
Nacido en Huatulco, Guerrero, en una región conocida por su rica herencia afromexicana, Adalid Maganda emergió desde la Costa Chica con un sueño: pitar en las grandes canchas del fútbol mexicano. Su piel oscura, reflejo de sus raíces africanas, lo hacía destacar en un gremio donde la diversidad no era la norma. Antes de llegar a la Liga MX, Maganda recorrió un camino arduo, desde partidos amateurs hasta categorías juveniles y de ascenso, demostrando talento y perseverancia. En 2016, debutó como árbitro profesional en el máximo circuito, un logro que lo llenó de orgullo pero que pronto se tornaría en una pesadilla.
Maganda no era un árbitro cualquiera. Su presencia rompía estereotipos en un país donde el racismo, aunque a veces disfrazado de broma o indiferencia, sigue incrustado en la sociedad. Pero lo que lo definió no fue solo su silbato, sino su carácter para enfrentar las injusticias que vivió dentro y fuera del terreno de juego.
El racismo que lo persiguió en la Liga MX
La carrera de Maganda en la Liga MX estuvo plagada de obstáculos que iban más allá de las decisiones arbitrales. Desde sus primeros pasos, escuchó comentarios que lo herían profundamente. En entrevistas reveló:
“Me decían que yo no subía a las siguientes categorías porque en el fútbol mexicano no había árbitros negros. Eso me lo repetían constantemente.”
Esas palabras no eran aisladas. Según Maganda, el trato discriminatorio venía desde arriba, desde la propia Comisión de Árbitros de la Federación Mexicana de Fútbol (FMF). En 2018, tras años de sentir que su color de piel era un impedimento para avanzar, decidió hacer pública su denuncia. Acusó directamente a Arturo Brizio, entonces presidente de la Comisión, y a otros miembros del organismo de racismo y de marginarlo por su origen étnico.
Maganda relató que, además de los comentarios despectivos, enfrentó una evaluación injusta de su desempeño. Mientras otros árbitros con errores similares seguían pitando, él era relegado a partidos menores o directamente excluido. “No me daban las mismas oportunidades”, afirmó en su momento. Su denuncia no fue solo un grito personal; era un reflector sobre un problema estructural en el fútbol mexicano, donde la diversidad racial en el arbitraje era prácticamente nula.
El cese injustificado y la huelga de hambre
El punto de quiebre llegó en abril de 2018. Tras sus acusaciones públicas, la FMF y la Comisión de Árbitros decidieron cesarlo de su cargo, argumentando que no cumplía con los “estándares requeridos”. Para Maganda, la explicación fue una cortina de humo.
“Me despidieron por denunciar el racismo, no por mi trabajo”, insistió. La decisión desató una polémica nacional, pero también dejó al árbitro en una situación límite: sin empleo, sin ingresos y con una familia que mantener.
Lejos de rendirse, Maganda tomó una medida drástica. En mayo de 2018, instaló una protesta frente a las oficinas de la FMF en Toluca e inició una huelga de hambre que duró varios días. Con carteles y la mirada firme, exigió justicia y su reinstalación. “No me voy a mover hasta que me escuchen”, declaró a los medios. Su lucha resonó en redes sociales y entre algunos sectores de la prensa, que veían en él un símbolo de resistencia. Finalmente, tras presión pública y negociaciones, la FMF cedió: Maganda fue reintegrado en 2019, comenzando de nuevo en categorías menores como Sub-20 y Ascenso MX.
La segunda caída: Cesado por solidaridad
El regreso de Maganda al arbitraje fue un triunfo agridulce, pero su historia no terminó ahí. En 2021, enfrentó un nuevo golpe. Durante un partido, el árbitro mostró apoyo al movimiento Black Lives Matter, un gesto que había ganado fuerza tras el asesinato de George Floyd en Estados Unidos. Maganda fue nuevamente cesado por la Liga MX, esta vez con el argumento oficial de “no cumplir con los estándares”. Sin embargo, él y sus defensores, sostuvieron que fue un castigo por su activismo y por seguir denunciando el racismo.
En una entrevista citada por medios internacionales, Maganda dijo:
“Me quitaron mi trabajo por alzar la voz, por ser solidario con una causa que también me afecta. En México, parece que no quieren que hablemos de esto.”
El cese de 2021 marcó el fin definitivo de su carrera en la Liga MX, dejándolo fuera del fútbol profesional y en una batalla legal que, hasta 2025, no ha encontrado resolución plena.
¿Por qué lo cesaron realmente?
La pregunta persiste: ¿por qué Adalid Maganda fue cesado no una, sino dos veces? La versión oficial de la FMF siempre apuntó a cuestiones técnicas o de desempeño, pero las evidencias y el contexto sugieren otra cosa. Su primera salida en 2018 coincidió con sus denuncias contra Brizio y la Comisión, un momento en que puso en jaque la imagen del organismo. La segunda, en 2021, llegó tras un gesto político que incomodó a un sistema poco acostumbrado a lidiar con temas de raza y justicia social.
Analistas y aficionados coinciden en que Maganda fue víctima de un sistema que castiga a quienes desafían a los que están arriba. En un fútbol mexicano donde el arbitraje ya es un terreno minado por críticas y presiones, sumar una denuncia de racismo era un riesgo que la FMF no quiso tolerar. Su cese fue, en esencia, una advertencia: callar o salir.
El legado de Maganda: Una lucha sin final
Hoy, Adalid Maganda ya no pita en la Liga MX, pero su voz sigue resonando. Su caso abrió un debate necesario sobre el racismo en el deporte mexicano, un tema que históricamente se ha minimizado. Aunque no logró cambiar el sistema desde dentro, inspiró a otros a cuestionarlo. Su historia es un recordatorio de que el fútbol, más allá de goles y trofeos, es un espejo de la sociedad, con sus virtudes y sus sombras.
Maganda, el árbitro afromexicano que soñó con pitar en grande, no solo enfrentó rivales en la cancha, sino prejuicios en las oficinas. Pero al final, hizo mucho más: nos obligó a mirar lo que muchos prefieren ignorar.