Cuando pensamos en Hugo Sánchez, el imaginario futbolero nos lleva directo a las chilenas imposibles en el Santiago Bernabéu, los cinco Pichichis consecutivos con el Real Madrid o las noches de gloria con la selección mexicana. Pero hay un rincón de su carrera que parece sacado de un guión inesperado: su aventura en Austria con el FC Linz en 1995. Sí, el “Pentapichichi” dejó el glamour de las grandes ligas para aterrizar en la segunda división austriaca, y lo que pasó ahí es una historia que merece contarse con el mismo dramatismo que uno de sus goles acrobáticos.
De México al mundo… y luego a Linz
Corría el año 1995 y Hugo Sánchez, a sus 37 años, ya era una leyenda viva. Había dominado LaLiga con 208 goles en 283 partidos con el Real Madrid, había levantado títulos con el América y había dejado su huella en la MLS con el Dallas Burn. Pero tras su paso por el Atlante en México (1994-95), donde marcó 13 goles en 34 juegos, algo lo llevó a dar un volantazo inesperado. ¿Cansancio de la presión?, ¿ganas de un reto diferente? o ¿una oferta que le picó la curiosidad? Lo cierto es que Sánchez decidió cruzar el Atlántico otra vez, pero no a España ni a un gigante europeo, sino a Austria, al modesto FC Linz, un equipo de la Erste Liga, la segunda categoría del fútbol alpino.
El contexto no era menor. Hugo venía de un desencuentro público con Ricardo La Volpe, entonces técnico del Atlante. La relación entre ambos, siempre tensa, explotó en discusiones que terminaron con Sánchez buscando aire fresco lejos de México. Y así, en el verano de 1995, el delantero mexicano firmó con el Linz, un club con historia pero sin el brillo de los gigantes que Sánchez estaba acostumbrado a frecuentar.
Un crack entre montañas y modestia
El FC Linz no era un desconocido total en Austria. Fundado en 1946, había tenido sus momentos de gloria en los 70 y 80, incluso compitiendo en la Bundesliga austriaca (la primera división). Pero en 1995 estaba en segunda, peleando por ascender en un fútbol más físico que técnico, lejos de los reflectores de las ligas top. La llegada de Hugo Sánchez, con su currículum de estrella mundial, fue como si un OVNI aterrizara en el estadio Linzer: un contraste brutal entre el glamour del “Niño de Oro” y la rudeza de la Erste Liga.
Sánchez debutó en agosto de 1995 y, aunque los focos no eran los de Madrid o Ciudad de México, su calidad seguía intacta. En su breve paso por el Linz, jugó 20 partidos y marcó 7 goles, números que, sin ser espectaculares, mostraron que el instinto goleador no se pierde ni en las canchas más humildes. Imagina la escena: un tipo que había hecho temblar al Camp Nou con chilenas ahora peleando balones en campos embarrados, rodeado de jugadores que probablemente no creían estar compartiendo vestuario con un ícono del fútbol mundial.
Pero más allá de los goles, su impacto fue simbólico. En una liga donde los nombres extranjeros no eran comunes, Hugo trajo un aire de exotismo y prestigio. Los hinchas del Linz, acostumbrados a batallas por la supervivencia, de pronto tenían a un campeón de Europa liderando su ataque. Y aunque no hay registros de chilenas espectaculares en esos meses (el físico ya no era el de los 80), su presencia dejó una marca: el equipo terminó peleando en la parte alta de la tabla y, ascendiendo a la primera división.
¿Por qué Austria?: La mente detrás del mito
¿Por qué Hugo Sánchez, con todo lo que había logrado, eligió este camino? Algunos dicen que fue una decisión económica: el Linz le ofreció un contrato decente para un veterano que ya no estaba en la élite. Otros creen que fue un desafío personal, una forma de probarse en un entorno desconocido antes de colgar los botines. Y hay quienes apuntan a su carácter: un Hugo orgulloso, harto de las críticas en México y dispuesto a demostrar que podía brillar en cualquier rincón del planeta.
En una entrevista años después, Sánchez mencionó que esa etapa fue “una experiencia diferente, un fútbol más tranquilo pero competitivo”. No era el Real Madrid, claro, pero tampoco lo necesitaba. A esas alturas, Hugo ya no jugaba por trofeos, sino por amor al balón y, tal vez, por escapar un rato del torbellino mediático que siempre lo persiguió.
El epílogo austriaco y el regreso
El romance con el FC Linz duró poco. En 1996, tras media temporada, Sánchez dejó Austria para probar suerte en la naciente MLS con el Dallas Burn, donde marcó 6 goles en 25 juegos. Luego, en 1997, cerró su carrera con el Atlético Celaya en México, jugando al lado de sus viejos compinches del Madrid, Butragueño y Míchel. Pero ese paréntesis en Linz quedó como una anécdota fascinante, un desvío en la carretera de una leyenda que no temió bajar del pedestal para ensuciarse las botas en la segunda división austriaca.
Hoy, el FC Linz ya no existe como tal: se fusionó en 1997 con el LASK Linz, el club más grande de la ciudad, que actualmente milita en la Bundesliga austriaca. Pero los hinchas veteranos aún recuerdan al mexicano que llegó como un relámpago, dejó goles y se fue sin hacer ruido. Hugo Sánchez en Austria no fue un capítulo de gloria, pero sí uno de humanidad, el de un genio que, incluso en el ocaso, supo encontrar magia en lo inesperado.