lunes, marzo 31, 2025
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El “Huevo” Lozano: Cuando la depresión y las lesiones apagan una estrella

El fútbol, ese deporte que nos hace vibrar con cada golazo y sufrir con cada derrota, también tiene su cara más dura, esa que no siempre se ve en los reflectores. El mundo del balompié mexicano se despide de Brian “Huevo” Lozano, un talentoso uruguayo que firmó la rescisión de su contrato con el Atlas. No es un adiós cualquiera: es el cierre de un capítulo marcado por el brillo de su calidad, pero también por las sombras de las lesiones y la depresión que, como un rival implacable, terminaron frustrando lo que pudo ser una carrera legendaria.

Un talento nacido en Montevideo

Brian Avelino Lozano Aparicio, conocido como “El Huevo”, llegó al mundo el 23 de febrero de 1994 en Montevideo, Uruguay. Su historia futbolística comenzó en las calles de su barrio y pronto lo llevó a las canchas profesionales. Debutó en 2014 con el Defensor Sporting Club, enfrentándose ni más ni menos que a Peñarol, el club de sus amores. Días después, marcó su primer gol como profesional, un destello de lo que prometía ser una carrera llena de éxitos. Su estilo era eléctrico: un volante ofensivo con visión, potencia y un disparo de larga distancia que hacía temblar a los porteros.

En 2016, el América de México lo fichó para el Clausura. Era el gran salto al fútbol internacional, pero el destino le tenía preparada una prueba cruel: una lesión lo dejó fuera de las canchas por meses. Las Águilas, impacientes, lo descartaron, y aunque intentó un breve paso por Jaguares, no pasó las pruebas físicas. Fue un golpe duro, el primero de muchos. Regresó a Uruguay para jugar con Nacional, donde levantó su primer título profesional en 2016, pero México lo llamó de nuevo. Santos Laguna lo acogió en 2017, y ahí, “El Huevo” encontró su mejor versión. Se consolidó como un crack, con un valor de mercado que llegó a los 7.5 millones de dólares. Goles, asistencias y liderazgo lo convirtieron en ídolo lagunero.

El sueño rojinegro

En noviembre de 2022, Atlas anunció su llegada con un toque de humor mexicano: “Eggcelente refuerzo”. Y vaya que lo fue. En el Clausura 2023, Lozano se lució con seis goles en fase regular y uno en repechaje. Pero el momento cumbre llegó el 23 de febrero de 2023, en un duelo contra el América en el Estadio Jalisco. Con el Atlas abajo 2-0, “El Huevo” sacó dos disparos de otro mundo: uno de tiro libre y otro desde tres cuartos de cancha, un derechazo con efecto que venció a Óscar Jiménez y empató el marcador. Ese golazo no solo rescató un punto; lo catapultó a la nominación al Premio Puskás 2023, el reconocimiento al mejor gol del año a nivel mundial. Era la prueba de que Lozano podía brillar entre los más grandes.

Sin embargo, la felicidad duró poco. Apenas unos meses después, el 7 de octubre de 2023, en un Clásico Tapatío contra Chivas, su rodilla derecha dijo basta. Una fractura de rótula lo mandó al quirófano y lo alejó de las canchas por lo que se estimó serían cuatro o cinco meses. Pero la mala suerte no se detuvo ahí: una bacteria complicó su recuperación, obligándolo a pasar por una segunda cirugía. Luego, en septiembre de 2024, un tercer paso por el quirófano dejó su regreso en el aire. En total, 10 meses sin jugar, una eternidad para un futbolista en la cima de su carrera.

Las lesiones y la depresión: el enemigo silencioso del fútbol

La historia de “El Huevo” Lozano no es solo una de lesiones físicas; es también un reflejo de las batallas mentales que enfrentan los deportistas. En entrevistas, como la que dio a Radio Sport 890 AM en 2024, Lozano habló de su lucha por volver, de su deseo de tener una revancha con Peñarol, pero también de la frustración de ver su cuerpo fallarle una y otra vez. “No se dobla, está al día con su terapia”, dijo su compañero Aldo Rocha en julio de 2024, destacando su fortaleza mental. Pero detrás de esas palabras había un hombre enfrentándose a la depresión, esa sombra que acecha a muchos atletas cuando el éxito se ve interrumpido por la adversidad.

En el fútbol, la depresión es más común de lo que parece. Estudios revelan que hasta un 38% de los futbolistas profesionales enfrentan problemas de salud mental en algún momento de su carrera, según la FIFPro. Las lesiones prolongadas, como las de Lozano, son un detonante: te roban tu identidad, tu rutina, tu lugar en el mundo. Para “El Huevo”, cada operación era un recordatorio de lo que pudo ser. De los 30 partidos que jugó con Atlas, marcó siete goles y dio dos asistencias, números que, aunque sólidos, no reflejan el impacto que pudo haber tenido de no ser por su calvario físico y emocional.

El adiós al Atlas y un futuro incierto

Atlas y Lozano acordaron rescindir su contrato, efectivo a partir del 1 de julio. Con un año restante en su vínculo, la decisión fue mutua: el club necesitaba avanzar, y él, a sus 31 años, buscar un nuevo comienzo. Su valor de mercado, que alguna vez rozó los 8 millones, hoy apenas llega a 1 millón de dólares. Es una caída brutal, pero no define su legado.

“El Huevo” Lozano es un talento excepcional, un jugador que podía cambiar partidos con un disparo o una genialidad. Su nominación al Puskás lo puso en el mapa mundial, pero las lesiones y la depresión le robaron la chance de brillar como merecía. Su historia es un recordatorio de que el fútbol no solo se juega con los pies, sino también con la mente y el corazón. Y aunque hoy se despide de Atlas, queda la esperanza de que “El Huevo” encuentre la redención que tanto anhela, porque se la merece.

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