domingo, marzo 30, 2025
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Edgar Chairez: De un ojo perdido al rugido de la UFC

Un niño de 11 años corre tras un balón en Mexicali, Baja California, con el sol quemándole la nuca y el sueño de ser delantero brillándole en los ojos. De pronto, un portero despeja, el balón vuela y ¡pum!, le estalla en la cara. Ese golpe no solo le quitó el balón; le arrancó la visión de un ojo. Podría haber sido el final de una historia deportiva, pero para Edgar Chairez, “Puro Chicali”, fue el comienzo de una leyenda que hoy resuena en las jaulas de la UFC. 

Del césped al octágono: Un golpe que cambió todo

Edgar nació el 23 de abril de 1996 en Mexicali, una ciudad fronteriza donde el polvo y el calor forjan carácter. Desde morrillo, el fútbol era su religión. “Era delantero, peleaba cada bola como si fuera la última”, contó en una entrevista. Pero ese día fatídico, a los 11 años, el destino le metió un gol en contra: un balonazo directo a la retina. “Se me desprendió, y ahí se fue la visión del ojo izquierdo”, relató con una calma que esconde cicatrices. Los médicos fueron claros: adiós al fútbol competitivo.

Para cualquier otro, eso habría sido un knockout. Pero Edgar no es cualquiera. Ese carácter explosivo que lo hacía pelear en la cancha lo llevó a las calles, donde las retas se volvieron peleas de barrio. “Siempre fui peleonero, me destacaba en todo lo físico”, confesó. Del fútbol pasó al boxeo, y de ahí, como si el universo lo estuviera guiando, a las artes marciales mixtas (MMA). A los 19, en 2015, debutó como amateur en el Entram Gym de Tijuana, el mismo lugar que vio nacer a Brandon Moreno, otro ícono mexicano de la UFC.

Una visión a medias, pero un sueño completo

Perder un ojo no es un detalle menor en un deporte donde cada movimiento cuenta. “No veo profundidad por ese lado, pero lo compenso con instinto y entrenamiento”, explicó Edgar. Sus coaches en Entram lo sabían: este morro tenía algo especial. Con un solo ojo bueno, aprendió a leer rivales, a anticipar golpes, a moverse como si viera el doble. “Mi debilidad es mi fuerza”, dice, y lo demuestra cada vez que sube al octágono.

Su carrera profesional arrancó en 2016, y no tardó en hacerse notar. Con un estilo agresivo, 100% de sus victorias son por finalización: 4 nocauts y 7 sumisiones, según Sherdog, Édgar se convirtió en campeón de Combate Global antes de que la UFC lo llamara. Pero el camino no fue un paseo. En 2022, en el Dana White’s Contender Series, perdió por decisión unánime ante Clayton Carpenter. “Me dolió, pero me encendió”, admite. Su debut en UFC llegó el 8 de julio de 2023 en UFC 290, enfrentando al japonés Tatsuro Taira. Otra derrota por decisión, pero dejó el alma: 54 golpes significativos conectados.

El Alma de “Puro Chicali”

La vida le debía una victoria clara, y 2023 fue su año de ajustar cuentas. En “Noche UFC”, el 16 de septiembre, enfrentó a Daniel Lacerda. Lo atrapó en una guillotina de pie, Lacerda se desmayó, pero el réferi paró tarde y lo dejó como “no contest”. “Lo dormí, me robaron esa pelea”, dijo a MMA Junkie. La revancha llegó el 24 de febrero de 2024 en UFC México: triángulo en 2:17 del primer round, su primer triunfo oficial en UFC. La Arena CDMX estalló con su “¡Viva México!”.

No todo fue gloria limpia. En Fury FC 76, el 24 de marzo de 2023, durmió a Gianni Vazquez con un triángulo, pero un error del réferi lo llevó a un armbar innecesario tras despertar a su rival. “Casi lo mato sin querer”, admitió a EssentiallySports. Ese caos viral lo puso en el radar, aunque con sabor agridulce.

Un ojo menos, un corazón gigante

Con un récord de 11-6-1 y rankeado #46 en peso mosca, Edgar pelea con un solo ojo bueno. Su estilo es puro fuego: 100% de sus victorias son finalizaciones (4 KO, 7 sumisiones). Su última pelea, el 14 de septiembre de 2024 en UFC 306, fue una derrota por decisión ante Joshua Van, pero dejó 47 golpes y un derribo. “Estoy a dos peleas sólidas del cinturón”, aseguró a UFC.com.

Este sábado 29 de marzo de 2025, en UFC on ESPN 64, enfrenta a CJ Vergara, un striker que probará su temple. “Quiero que los morrillos vean que no hay límites”, dijo a TVC Deportes. Sus ídolos, Cuauhtémoc Blanco y Brandon Moreno, lo empujan desde el recuerdo y la jaula.

El legado de un mexicano que no se rinde

Edgar Chairez es más que un peleador. Es el morro que tomó un balonazo en la cara y lo convirtió en un puñetazo al destino. En un país donde el fútbol manda, él eligió las MMA para gritar quién es. Cada golpe que tira, cada sumisión que ajusta, es un “sí se puede” para los que creen que un golpe los dejó fuera. Mexicali lo parió, el fútbol lo hirió, pero la UFC lo hizo inmortal. Así que cada vez que sube al octágono, no solo pelea por una victoria; pelea por todos los que alguna vez vieron apagarse una luz y decidieron encender otra.

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