Argentina está viviendo un partido que no se juega en la cancha, pero que tiene a todos al borde del asiento: el veto del presidente Javier Milei a una ley que iba a subir las jubilaciones y pensiones. Sí, mientras el país sigue loco por el fútbol, ese deporte que les dio a Messi, Maradona y tres Copas del Mundo, la política le metió una falta durísima a los abuelos y, de paso, encendió una chispa que hasta las barras bravas salieron a la calle.
El Contexto: Un país en recesión y un veto controversial
Arranquemos por el principio. En agosto de 2024, el Congreso argentino aprobó una ley para aumentar las pensiones un 8.1% y ajustarlas a la inflación, que está en un demencial 260% anual. La idea era simple: que los jubilados, esos héroes que ya dieron todo en la cancha de la vida, no sigan perdiendo poder adquisitivo mientras los precios suben más rápido que un contragolpe de Di María. Pero el 2 de septiembre, Milei, el presidente libertario obsesionado con el “equilibrio fiscal”, sacó la tarjeta roja y vetó la ley. ¿El argumento? “No hay plata para eso, y no voy a romper mi plan económico”.
El veto no solo dejó a los abuelos con pensiones mínimas de AR$349,122 (unos 284 dólares al cambio paralelo en marzo 2025), sino que desató una furia que llegó a las calles. Según el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), el gobierno gastó un 19% menos en pensiones en enero de 2025 comparado con 2023. Mientras tanto, Milei destinó 102 millones de dólares extra a la inteligencia estatal sin pestañear. El pueblo no se quedó callado.
Fútbol y abuelos, el equipo imbatible
Ahora, metamos el fútbol en esta jugada. El reel de Instagram que está explotando muestra una escena épica: barras bravas de Boca Juniors, Racing y hasta Chacarita Juniors, equipos que normalmente se odian a muerte, marchando codo a codo con jubilados frente al Congreso el 12 de marzo de 2025. En el video, se ve a un hincha con la camiseta de Boca gritando: “¡Cómo no voy a defender a los jubilados, hay que ser muy cagón para no hacerlo!”. La frase es un guiño a Diego Maradona, quien en 1992 dijo algo parecido, y hoy resuena como un himno.
La imagen es tremenda: abuelas con bastones al lado de tipos tatuados con banderas de sus clubes, todos enfrentándose a la policía, que respondió con gases lacrimógenos y balas de goma. Hasta un auto policial terminó en llamas. ¿Resultado? 150 detenidos, 200 heridos y un mensaje claro: en Argentina, el fútbol no solo es pasión, es resistencia.
¿Por qué el fútbol se metió en esto?
El fútbol argentino siempre ha sido más que un juego; es un reflejo del alma del país.
Las barras bravas, esos hinchas hardcore que suelen ser noticia por peleas entre ellos, esta vez dejaron las rivalidades de lado. ¿Por qué? Porque los jubilados no son solo “viejitos”: son sus abuelos, sus padres, los que les enseñaron a patear una pelota. El reel captura ese sentimiento visceral: una señora con una remera que dice “No nos peguen, somos sus padres” y detrás, los hinchas cantando como si estuvieran en la Bombonera.
Pero hay más. El gobierno de Milei también metió una resolución ese día que prohíbe entrar a los estadios a quienes “alteren el orden público”. Para las barras, fue como un foul en el área: no sólo les tocan a sus viejos, sino que ahora les quieren sacar la cancha. Doble traición.
El impacto: Un país que no se rinde
El veto de Milei no solo fue un golpe a los jubilados; fue un disparo al corazón de una sociedad que ya está en recesión, con un 7.7% de desempleo y más de la mitad en la pobreza, según estimaciones privadas que el propio Milei acepta. Los abuelos, que cobran menos de lo que cuesta una canasta básica (AR$900,000 en julio 2024), salieron a protestar cada miércoles desde que asumió en diciembre 2023. Pero el 12 de marzo, con el fútbol de su lado, la cosa explotó.
Argentina es un país donde la política no puede ignorar al pueblo. El Congreso aún podría anular el veto con dos tercios de los votos, y los números de la aprobación original sugieren que podrían lograrlo. ¿Lo harán? Esa es la próxima fecha del fixture.
El toque final: Un partido sin ganadores
Milei defiende su veto como un gol de chilena por la estabilidad económica, pero los jubilados y los hinchas lo ven como un penal robado. El fútbol, que siempre unió a los argentinos, ahora es la bandera de una lucha que trasciende generaciones. “Hay que ser muy cagón para no defender a los jubilados”. Y en este país, cagones, no hay.