Después de un partido de Liga MX varonil entre Club Tijuana y Atlas FC en el Estadio Caliente, estalló la polémica: las jugadoras de Xolos Femenil denunciaron que el equipo varonil de Atlas dejó su vestidor, sí, el que ellas usan, hecho un desastre. Fotos arrancadas de las paredes, pertenencias personales tocadas y un caos que parece sacado de una película. Pero esto va más allá de un berrinche; es un reflejo brutal sobre las desigualdades que las futbolistas enfrentan en México.
El desastre en el Caliente: ¿Qué pasó?
Todo explotó cuando las jugadoras de Xolos Femenil, lideradas por Emily Alvarado, portera de Xolos, se encargó de compartir su postura ante este incidente.
“Triste llegar a casa y ver que tu vestidor no ha sido respetado. Si te prestan algo, asegúrate de devolverlo en las mismas condiciones en las que lo recibiste. Esperaría un mejor comportamiento, especialmente cuando esta semana estamos celebrando el Día Internacional del Mujer.”
Subieron a X un video que no deja lugar a dudas: el vestidor que ellas usan como suyo estaba patas arriba. Las imágenes de las jugadoras fueron retiradas. Se aprecia que los desprendieron a la fuerza y causaron daños en las paredes de los vestidores. Además, dejaron en el piso las fotos de la plantilla de Xolos Femenil. Esto obviamente generó el malestar de toda la plantilla. El Atlas varonil, que ganó 3-4 con Xolos esa noche, usó el espacio como vestidor visitante, algo habitual porque, agárrense, las chicas no tienen uno exclusivo. Sí, en pleno 2025, un equipo profesional de la Liga MX Femenil comparte su santuario con los visitantes del torneo masculino.
Sofía Martínez Caro se unió a los reclamos:
“Imagínate ser mujer, luchar por algún día ser jugadora profesional, venir desde lo más bajo peleando por igualdad de oportunidades y que cuando tienes tu propio vestidor con tus fotos del día de juego, venga Atlas a quitarte todo eso. No solo es una ‘foto’, es ilusión, superación y lucha. Esto solo muestra los valores que tienen como persona @ligabbvamx @ligabbvamxfemenil.”
La reacción en redes fue inmediata. Mientras fans y analistas se dividieron; unos culpan a Atlas por la falta de clase, otros a la directiva de Xolos por no darles a sus jugadoras un espacio digno. Hasta el momento, ni Atlas ni la FMF han sacado un comunicado oficial, pero el silencio suena más a “me hago el occiso” que a “estamos investigando”; solo el capitán del Atlas, Aldo Rocha, se ha pronunciado al respecto:
“Platiqué con utilería esta lamentable situación. Al encontrar el vestidor de visita como vestidor de local femenil retiraron con cuidado las imágenes para poder tener un espacio neutro, lamentablemente por logística no las colocamos de regreso, una sincera disculpa. Nadie en Atlas FC quiso faltar el respeto a la institución, estadio o equipo.”
Desigualdad en el marcador
Esto no es solo un vestidor destrozado; es el síntoma de una enfermedad que lleva años carcomiendo al fútbol femenil en México. Desde que la Liga MX Femenil arrancó en 2017, las promesas de equidad han sido más ruido que nueces. Según un reporte de Global Sports Salaries de 2023, el salario promedio de una jugadora en México ronda los 15,000 pesos al mes, mientras que en la varonil los ceros se multiplican como si fueran goles de Hugo Sánchez en sus buenos tiempos. Y no hablemos de infraestructura: equipos como Xolos Femenil, que han peleado Liguillas y se codean con los grandes, siguen sin vestidores propios, entrenando en horarios de sobra y compartiendo canchas con juveniles.
Posts en X lo dicen claro: “La directiva de Xolos también está mal. O prepara el vestidor para la visita o le da el lugar que merece SU equipo femenil con un vestidor exclusivo”, escribió @Mafersar. Y tiene razón. En un país donde el fútbol mueve millones, la Liga MX generó 8,000 millones de pesos en ingresos en 2024, según Forbes México, que las mujeres sigan siendo ciudadanas de segunda en su propia casa es un penalti que nadie pita.
Atlas en el banquillo: ¿Falta de valores o descuido?
No dejemos a Atlas fuera del foco. Si bien no hay pruebas de que los jugadores hayan dicho “vamos a destrozar esto por diversión”, el hecho es que dejaron el vestidor como si hubieran celebrado un título ahí dentro. Para un club que presume historia y “valores rojinegros”, esto es un autogolazo. En redes, algunos hinchas del Atlas intentaron defenderlo: “El vestidor no es de ellas, es del dueño, y él lo presta como quiere”, dijo @51PinFCH. Pero, ¿en serio esa es la excusa?. Si te prestan una casa, no la devuelves con las paredes pintarrajeadas y el sillón patas arriba.
El reglamento de la Liga MX obliga a los clubes a proporcionar instalaciones adecuadas a los visitantes, pero no dice nada de destruir lo que pertenece a otro equipo, mucho menos a uno que lleva años luchando por respeto. Atlas debe una explicación, y no una de esas genéricas tipo “lamentamos los hechos”.
Un grito que retumba en la Liga
Este escándalo no se queda en Tijuana. Es un eco que resuena en toda la Liga MX Femenil. Equipos como Chivas y Tigres han invertido en sus plantillas femeniles con vestidores propios y campañas de marketing, pero muchos otros, como Necaxa, Santos o Puebla, siguen en la prehistoria. En 2024, la FMF presumió que la liga femenil alcanzó 10 millones de espectadores en TV, según Nielsen, pero ¿de qué sirve si las jugadoras no tienen ni dónde colgar sus uniformes sin que alguien los tire?.
Para Xolos Femenil, esto es personal. Son un equipo competitivo (9º en la tabla del Clausura 2025), y ver sus logros pisoteados duele doble. Es un recordatorio cruel de que, para muchos, el fútbol femenil sigue siendo “el otro”, el que se usa cuando el varonil no lo necesita.
La FMF y Amazon, que acaban de firmar una alianza millonaria, tienen una oportunidad de oro para meterle goles a estas desigualdades. ¿Qué tal invertir parte de ese billete en vestidores exclusivos, salarios decentes y una campaña que diga “el fútbol femenil no es relleno”?. Porque si el Mundial 2026 va a ser “el mejor de la historia”, como dice Iván Sisniega, no puede llegar con la mitad del talento mexicano tratado como visita en su propia cancha.
Es hora de que el fútbol mexicano deje de ver al femenil como un favor y lo trate como lo que es: una fuerza que merece su propio estadio, su propio vestidor y su propia historia.