Aguascalientes tiene un nuevo héroe en el césped y no viene con capa, sino con botines.
Leonardo Abimael Becerra Ramos, un nombre que suena a promesa y que ya está dando de qué hablar en el mundo del fútbol mexicano, está listo para encender las alarmas en la Liga MX. Este joven centrocampista, nacido el 6 de abril de 2006 en el corazón hidrocálido, no solo lleva el ADN del Necaxa en las venas, sino que también representa el sueño de todo chamaco que ha pateado un balón en las calles de Aguascalientes. ¿Quién es este “Rayo” que tiene a los aficionados rojiblancos al borde del asiento?
De las fuerzas básicas al primer equipo
Leonardo no es de esos que llegaron de rebote al fútbol profesional. Este muchacho de 18 años ha sudado la camiseta del Necaxa desde que era un Sub-16, escalando peldaños en las Fuerzas Básicas como si fueran niveles de un videojuego. Y no es exageración: el sábado pasado, antes de que el mundo supiera de su gran salto, disputó su partido número 100 con los juveniles del Necaxa en un duelo Sub-23 contra Tigres. Cien batallas a su edad. Eso no lo logra cualquiera, y menos con la presión de ser un talento local en un club que apuesta por lo #HechoEnNecaxa.
Pero el verdadero plot twist llegó cuando Necaxa enfrentó al Toluca en la Jornada 12 del Clausura 2025. El técnico del primer equipo, Nicolás Larcamón, lo incluyó por primera vez en una convocatoria oficial. Ahí estaba Leonardo, sentado en la banca, con el uniforme impecable y los nervios a flor de piel, listo para debutar si el destino (o el entrenador) lo permitía. Imagínate la escena: El Nemesio Díez de fondo, los reflectores apuntando, y un chavo de 1.72 metros, de puro corazón hidrocálido, esperando su momento. No debutó ese día contra Toluca, pero el solo hecho de estar ahí con 18 años, ya es un trofeo para su carrera.
¿Cómo juega Leonardo Abimael?
Si te preguntas qué hace especial a este joven mediocampista, la respuesta está en su ADN futbolero; en esos 100 encuentros, Leonardo ha sido un pilar en el mediocampo de los Rayos juveniles. Leonardo es un jugador versátil, de esos que no solo corren como gacelas, sino que también piensan rápido. En el mediocampo, donde la guerra se gana con inteligencia y no solo con fuerza, Becerra Ramos promete ser un cerebro con piernas. Es un jugador de equilibrio, de esos que recuperan balones, arman jugadas y no temen meter la pierna. Con 1.72 metros y 65 kilos, no es un gigante físico, pero su agilidad y visión lo compensan con creces.
Su historia en las categorías inferiores del Necaxa lo pinta como un tipo constante, disciplinado y con un olfato para el juego colectivo que hace suspirar a cualquier entrenador.
Y no olvidemos el contexto: el Necaxa lleva tiempo buscando sangre nueva que rejuvenezca al equipo, y Leonardo encaja como anillo al dedo. Con apenas 18 primaveras, ya tiene el físico y la mentalidad para pelear un puesto entre los grandes.
¿Será el próximo ídolo hidrocálido?. El tiempo lo dirá, pero el camino ya está trazado.
Un hito que sabe a Aguascalientes
Que Leonardo Abimael Becerra Ramos haya llegado a la banca del primer equipo no es solo una buena noticia para él o para el Necaxa; es un orgullo para Aguascalientes. En una ciudad donde el fútbol a veces pelea por reflectores contra el béisbol o la Feria de San Marcos, ver a un hidrocálido puro romperla con los Rayos es como un trago de mezcal: fuerte, auténtico y con sabor a casa. Este 2025, con el Clausura en pleno apogeo, su convocatoria es una señal de que el proyecto #HechoEnNecaxa no es solo un hashtag bonito, sino una realidad que empieza a brillar.
¿Cuándo lo veremos debutar?
Esa es la pregunta del millón. Tras su primera convocatoria, los ojos están puestos en los próximos partidos del Necaxa. La Jornada 12 del Clausura 2025 ya pasó con una derrota 5-2 ante Toluca (gracias al triplete de Alexis Vega), pero el calendario sigue corriendo. ¿Será contra León, Querétaro o Tijuana donde Leonardo pise la cancha por primera vez?. Sabemos que cuando llegue ese momento, este “Rayo” va a iluminar el Estadio Victoria.
Leonardo Abimael Becerra Ramos no es solo un jugador en ascenso; es un símbolo de Aguascalientes. Sus estadísticas, aunque aún modestas en el primer equipo, cuentan una historia de esfuerzo y raíces. Imagínatelo: un chamaco que hace 100 juegos con la Sub-23 y luego se sienta en la banca del Victoria, viendo a sus ídolos pelear en la cancha. Eso no lo mide una tabla, pero pesa toneladas en el corazón de los aficionados.
No es solo un nombre más en la lista del Necaxa; es una chispa que puede convertirse en tormenta. Con una convocatoria al primer equipo y el apoyo de una ciudad que lo ve como suyo, este chavo está a un paso de hacer historia.
