En el mundo del voleibol de playa, donde el sol quema, la arena vuela y cada punto es una batalla, dos nombres están empezando a resonar como tambores de guerra: Vanessa Anaid y Giselle Eunice Chay Álvarez. Estas gemelas veracruzanas, nacidas el 15 de abril de 2005 en Coatzacoalcos, no solo comparten ADN, sino una química explosiva que las tiene perfiladas como el futuro del deporte mexicano. Con medallas al cuello, un récord Guinness de niñas y un hambre voraz por la gloria, las Chay Álvarez están aquí para revolucionar la arena. Pero para entender su brillo, hay que mirar el terreno donde pisan: el voleibol de playa mexicano, un deporte que ha luchado por despegar y que hoy encuentra en ellas una chispa de esperanza.
Una historia de arena y sueños
Imagina un par de niñas corriendo por las playas de Coatzacoalcos, con el Golfo de México como testigo y un balón como su mejor amigo. Vanessa y Giselle no llegaron al voleibol por casualidad; lo heredaron como un tesoro familiar. Su hermano mayor, un apasionado del deporte, las arrastró a la arena a los siete años, y lo que empezó como un juego se convirtió en una obsesión. Bajo el sol ardiente y con el sudor pegado a la piel, las gemelas encontraron su lugar en el mundo.
A los 11 años, su talento ya era imposible de ignorar. En 2016, Gisselle rompió un récord Guinness al realizar 8,671 toques consecutivos sin dejar caer el balón, un logro que Vanessa respaldó como su eterna compañera de equipo. Ese día, el mundo supo que estas niñas no eran cualquier cosa; eran un huracán en formación.
“Nosotras no jugamos para pasar el rato, jugamos para ganar”
Dijo Giselle en una entrevista reciente con MÁSNOTICIAS. Y vaya que lo están demostrando.
El voleibol de playa en México: Una historia de altibajos
Para apreciar el ascenso de las Chay Álvarez, hay que entender el camino del voleibol de playa en México. Nacido en las costas de California en los años 20, este deporte llegó a las playas mexicanas en los 70, pero tardó en arraigar. No fue hasta 1996, cuando se convirtió en disciplina olímpica, que México empezó a tomarlo en serio. Las primeras en ponerlo en el mapa fueron Mayra García e Hilda Gaxiola, quienes en los Panamericanos de Winnipeg 1999 se colgaron un bronce histórico. Luego vino el dúo de Bibiana Candelas y Mayra García, que en 2008 clasificó a Beijing, alcanzando el lugar 17 mundial y dejando una huella imborrable.
Sin embargo, el progreso ha sido irregular. Según la Federación Mexicana de Voleibol (FMVB), el país ha tenido solo tres participaciones olímpicas en voleibol de playa: Beijing 2008 (Candelas-García), Río 2016 (Juan Virgen y Lombardo Ontiveros, lugar 9 masculino) y un intento fallido en Tokio 2020. En total, México suma apenas 16 medallas panamericanas en la disciplina hasta 2023, con un oro solitario de Virgen y Ontiveros en Lima 2019. Comparado con Brasil, que domina con 13 oros olímpicos, el voleibol playero mexicano ha sido más promesa que realidad.
La falta de apoyo constante y una federación tambaleante han sido los grandes obstáculos. En 2023, el Mundial en Tlaxcala, primera vez que México lo albergó, fue un éxito logístico, pero ninguna dupla nacional llegó a cuartos de final, según World Beach Volleyball. Ahí es donde entran Vanessa y Gisselle: son la generación que podría cambiar esa historia.
El dúo dinámico: Química y potencia en la arena
Dicen que los gemelos tienen una conexión especial, y en el caso de las Chay Álvarez, eso es un arma letal. Vanessa, la pegadora feroz, lanza misiles desde el fondo de la cancha, mientras Giselle, apodada “Gigi”, es la estratega que tira con precisión quirúrgica y controla el balón como si fuera una extensión de su cuerpo.
“Ella pega, yo tiro; nos conocemos tan bien que no necesitamos hablar”
Explicó Giselle en mayo de 2024 durante los Nacionales CONADE en Ciudad del Carmen.
Esa química las ha llevado a dominar la escena juvenil mexicana. En 2021, se colgaron la plata en la categoría Juvenil Menor de los Juegos Nacionales CONADE en Colima, cayendo en la final ante Michoacán. Pero no se conformaron. En 2023, regresaron con sed de revancha y se bañaron en oro en la categoría Juvenil Mayor, derrotando a todas sus rivales con una autoridad aplastante. En 2024, ya en la categoría Superior, debutaron con dos victorias iniciales y terminaron entre las mejores, según reportes de la CONADE. Y en el reciente Macro Regional de marzo de 2025 en Coatzacoalcos, las gemelas lideraron a Veracruz con tres oros, asegurando su boleto a la Final Nacional en Campeche.
Números de campeonas
Las Chay Álvarez son un torbellino de resultados:
- Juegos Nacionales CONADE 2021: Plata en Juvenil Menor (récord de Veracruz: 1 plata, 3 cuartos lugares).
- Juegos Nacionales CONADE 2023: Oro en Juvenil Mayor, invictas en la fase final.
- Campeonato Mundial de Voleibol de Playa Tlaxcala 2023: Participación como representantes juveniles de México, enfrentándose a duplas de 38 países.
- Nacionales CONADE 2024: Debut en categoría Superior con 2 victorias iniciales y un top 5 nacional.
- Macro Regional 2025: 3 oros para Veracruz, con un promedio de 21-15 por set en sus victorias
No son solo medallas; son estadísticas que gritan talento puro. En Tlaxcala 2023, las gemelas se midieron contra jugadoras que clasificaron a París 2024. “Queremos ser como ellas”, dijo Vanessa al COM México en marzo de 2025, refiriéndose a leyendas como Mayra García y Bibiana Candelas.
El futuro del voleibol mexicano: Un sueño olímpico
A sus 19 años, Vanessa y Giselle no son solo promesas; son una realidad que está sacudiendo la arena. Su entrenador, Erick Díaz Campos, quien las ha pulido desde niñas, lo tiene claro:
“Tienen el físico, la técnica y la mentalidad para llegar a unos Juegos Olímpicos”.
Y no es exageración. Con 11 años de entrenamiento juntas, estas gemelas se han enfrentado a las mejores de México y ahora apuntan al mundo.
El Comité Olímpico Mexicano las tiene en la mira. En un tuit del 5 de marzo de 2025, el COM las llamó “el futuro del voleibol de playa en México”, comparándolas con íconos como Laura Almaral y Atenas Gutiérrez. Pero las Chay Álvarez no se conforman con halagos; quieren medallas globales. “Nuestro sueño es París 2024… y si no, Los Ángeles 2028 será nuestro momento”, confesó Vanessa tras el Macro Regional.
Más que gemelas: Un fenómeno cultural
No solo brillan por su juego; su carisma y su historia las hacen únicas. En Coatzacoalcos, donde el voleibol de playa es casi una religión, son ídolas locales. Cada victoria suya es un carnaval en las playas veracruzanas, y su parecido físico, casi imposible distinguirlas en la cancha, añade un toque de magia a su leyenda. “A veces nos confunden, pero en la arena saben quiénes somos”, bromeó Giselle en gob.mx.
Con el boleto a Campeche en la bolsa tras el Macro Regional 2025, las gemelas se preparan para la Final Nacional, donde buscarán otro oro. Pero sus ojos están puestos más allá: torneos internacionales, un contrato profesional, y, ¿por qué no?, un podio olímpico.
Su impacto trasciende el deporte. En un país donde el voleibol de playa femenino ha sido un gigante dormido, Vanessa y Gisselle son un faro de esperanza. Inspiran a niñas en Veracruz y más allá, demostrando que con trabajo duro, hasta los sueños más grandes caben en una cancha de arena.