Este 4 de marzo de 2025, el alma futbolera de México se tiñe de rojo y amarillo para celebrar un hito que trasciende el césped, los 90 años de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG), cuna de los Tecos, un equipo que no solo pateó balones, sino que desafió al destino y escribió una historia tan única como emocionante.Este no es el típico relato de trofeos y estadísticas frías; es la crónica de un club que nació de estudiantes soñadores, escaló desde el barro de la Tercera División hasta la cima de la Primera, y dejó un eco que aún resuena en el Estadio 3 de Marzo.
El nacimiento de un sueño: De las aulas al campo
Corría 1935 cuando la UAG vio la luz, pero no fue hasta 1971 que un grupo de 20 estudiantes, con más ganas que recursos, decidió que el fútbol sería su bandera. En un Guadalajara dominado por Chivas y Atlas, los Tecos irrumpieron como los “hermanos menores” con un apodo que evocaba sabiduría: “tecolotes”, los búhos de la noche. Afiliados a la Tercera División, su aventura comenzó con un balón, un campo polvoriento y una promesa: llegar lejos. Y vaya que lo cumplieron.
En solo cuatro años, los Tecos hicieron historia. En 1973, bajo la batuta de Guillermo “Tigre” Sepúlveda, se coronaron en Tercera. En 1975, con Everardo “Cuate” Villaseñor, conquistaron la Segunda y ascendieron a Primera, un ascenso meteórico que solo ellos, junto a Oaxtepec y San Luis, han logrado en México. Imagina la escena: jóvenes corriendo tras un sueño, mientras el eco de sus gritos retumbaban en Zapopan. Ese fue el comienzo de una leyenda.
El milagro de 1994: La estrella que brilla
Los Tecos nunca fueron el equipo de las masas. En una ciudad donde Chivas llenaba estadios y Atlas presumía linaje, ellos eran los “visitantes eternos”, jugando en el 3 de Marzo que rara vez se pintaba de lleno. Pero en la temporada 1993-94, el fútbol les dio su momento de gloria. Con Víctor Manuel Vucetich, el “Rey Midas” del banquillo, y un plantel de guerreros como Javier “Chícharo” Hernández (sí, el papá de “Chicharito”), Osmar Donizete y Porfirio Jiménez, los Tecos tocaron el cielo.
Fueron súper líderes con 51 puntos, barrieron a Morelia en cuartos (6-0 global), resistieron al América en semis y, el 30 de abril de 1994, vencieron a Santos en la final con un gol de Donizete en la prórroga. Ese día, el 3 de Marzo tembló de emoción. No era solo un título; era la venganza de los humildes, la prueba de que el corazón puede más que el dinero. Hoy, 90 años después de la fundación de la UAG, esa estrella sigue siendo el faro de su identidad.
De la gloria al exilio
Pero la historia de los Tecos no es solo de triunfos. En 2005, llegaron a otra final, un épico 6-3 contra América que no alcanzó, y en 2009, renacieron como Estudiantes Tecos con uniforme vino y dorado, buscando un nuevo aire. Sin embargo, el descenso en 2012 marcó un quiebre. En 2014, Grupo Pachuca compró la franquicia y la mudó a Zacatecas, convirtiéndola en Mineros. Para muchos, fue como arrancarles el alma. El 3 de Marzo quedó huérfano, y los aficionados, con el corazón roto, vieron partir a su equipo.
Aun así, la UAG no se rindió. En 2015, resucitaron a los Tecos desde Tercera División, y en 2017 ascendieron a la Liga Premier, donde hoy luchan por volver a la élite. Es un recordatorio de su ADN: caer, levantarse y pelear. Rafael Medina, su director deportivo, lo dijo claro:
“Si ya lo hicimos una vez, ¿por qué no repetir la hazaña?”
En un fútbol mexicano sin ascenso claro, su sueño es una ilusión, pero los Tecos no saben rendirse.
Héroes que dejaron huella
Hablar de Tecos es hablar de nombres que marcaron época. José de Jesús Corona, el portero que llevó al equipo a la final del 2005; Rodrigo “Pony” Ruiz, con su gambeta endiablada; y el paraguayo José Cardozo, máximo goleador histórico del club con 115 tantos. También están los recuerdos de Duilio Davino, Rubens Sambueza y el chileno “Pitu” Cejas, quienes dejaron sudor y pasión en cada partido. Son los rostros de un equipo que, aunque pequeño, soñó en grande.
90 Años: Un legado que late
Mientras la UAG cumple 90 años este 2025, los Tecos nos recuerdan que el fútbol no solo se mide en títulos, sino en historias que tocan el alma. El Museo Tecos, frente al 3 de Marzo, guarda camisetas, trofeos y recortes que cuentan su viaje. Es un santuario para los que aún cantan en las gradas, para los que vieron a “Chícharo” y a Donizete, y para los que creen que el búho volverá a volar alto.
Con solo 18,750 asientos, el 3 de Marzo fue mundialista en 1986 y hoy sigue siendo la casa de un equipo que no se doblega. En este 2025, mientras otros celebran millones y reflectores, los Tecos celebran su esencia: un club universitario que convirtió el esfuerzo en épica. Noventa años después, su historia no es solo un recuerdo; es un grito vivo que dice: “Siempre fuimos, somos y seremos Tecos”.