El fútbol mexicano vuelve a estar en el centro de la polémica, pero no por el nivel de su juego, sino por la corrupción que lo carcome desde las entrañas. El reciente escándalo de amaño de partidos y apuestas ilegales que involucra a jugadores de Real Apodaca y Correcaminos ha sacado a la luz lo que todos sabemos pero pocos se atreven a decir: el fútbol en México es un reflejo de un país donde la impunidad es la regla y la corrupción la norma.
Apuestas, manipulación y castigos ejemplares (O no tanto)
La Comisión Disciplinaria de la Federación Mexicana de Fútbol (FMF) anunció sanciones que, en conjunto, suman 57 años de suspensión a siete jugadores implicados en la manipulación de partidos. Las suspensiones son drásticas, pero aquí surge la primera pregunta, ¿y los directivos?, ¿y los apostadores que financiaron el fraude?. Como siempre, el castigo solo cae sobre los eslabones más débiles.
Sancionados:
- Real Apodaca:
Aldo Emiliano Mota (16 años de suspensión)
Eduardo Isai Banda (7 años de suspensión)
Óscar Alejandro de Luna (7 años de suspensión)
Jorge Carlos Sánchez (7 años de suspensión)
Marco Antonio Valdéz (2 años de suspensión)
Martín Adolfo Viera (2 años de suspensión)
- Correcaminos:
Francisco Tede (16 años de suspensión)
Se les impide participar en cualquier actividad relacionada con el fútbol profesional, lo que significa el fin de su carrera. Pero la corrupción no se combate solo con castigos individuales.
La farsa de la Liga Premier
Si la Liga MX está plagada de intereses oscuros, la Liga Premier de México es un circo donde los jugadores apenas sobreviven con sueldos bajos y sin garantías laborales. En ese contexto, las apuestas ilegales encuentran terreno fértil. Los futbolistas, sin protección ni apoyo, son víctimas fáciles de un sistema que los descarta sin miramientos cuando ya no sirven.
El escándalo de Real Apodaca comenzó cuando se filtró un video donde jugadores discutían con apostadores cómo “trabajar” un partido. Marco Antonio Valdéz, portero sancionado por dos años, lo confirmó en una entrevista con David Faitelson:
“Trabajar un partido significa que los equipos acuerdan cuántos goles permitir, quién gana y quién pierde”.
Y lo peor es que no es un caso aislado, es la norma en las divisiones inferiores.
Corrupción en el fútbol, corrupción en México
El fútbol mexicano no es ajeno a la realidad del país. La corrupción es un mal endémico en todos los niveles: desde las políticas de gobierno hasta el arbitraje en la Liga MX. Los dirigentes del fútbol han sido señalados en múltiples ocasiones por desviar recursos, amañar elecciones en la FMF y cerrar filas para mantener su dominio económico sobre el deporte. Mientras las televisoras y los patrocinadores sigan viendo beneficios, la corrupción seguirá siendo parte del “folklore” del balompié mexicano.
Aunque los castigos son severos, este escándalo deja más preguntas que respuestas:
- ¿Cuántos partidos más han sido manipulados y nunca se investigaron?
- ¿Por qué no se persiguió penalmente a los apostadores?
- ¿Cómo evitar que esto siga ocurriendo cuando el sistema mismo permite y propicia la corrupción?
Este no es un caso aislado ni un incidente menor. Es un reflejo claro de un fútbol y un país donde la corrupción no es la excepción, sino la regla. Si la FMF y el gobierno no toman medidas estructurales, el fútbol mexicano seguirá siendo un negocio turbio, donde los aficionados son los únicos que creen en la “pasión” y los jugadores, solo piezas descartables de un juego controlado por el dinero sucio.
No es coincidencia que este tipo de escándalos ocurran en divisiones donde la fiscalización es casi inexistente. La FMF no sólo debe sancionar, sino también reformar el sistema para evitar que los futbolistas se vean forzados a participar en este tipo de actos.
Este caso debe ser una advertencia de que si el fútbol mexicano no limpia sus cimientos, pronto no será más que un teatro de apuestas disfrazado de deporte donde la única manera de salvar el balompié nacional es con reformas reales, transparencia y un compromiso genuino por erradicar la impunidad, así que no nos sigamos sorprendiendo si suceden más casos porque todo eso se lleva pidiendo desde hace tiempo cosa pero, pedirlo es una cosa y hacerlo es otra, y hacerlo en este país, es muy complicado.